PropertyValue
opmo:account
opmo:content
  • Era agosto de 1934 y Marc Chagall -que se refugiaba temporalmente en Tossa de Mar, Girona, del gigante nazi- tildaba de "paraíso azul" al pueblo que lo acogía. El mismo que recuerda con una estatua a Ava Gardner, allí donde ella "fue feliz como una loba, y su fantasma sale de la estatua y se pasea por la bahía de Tossa, y por la calle Moltó y por la cala Bona, y en noches de luna llena llega hasta la cala de Giverola y la cala del senyor Ramón", como escribió el malogrado novelista chileno Roberto Bolaño, que vivió durante años en la cercana Blanes. Es verano y no toda la costa española está atravesada de música, fiesta y muchedumbres. En Tossa de Mar la Costa Brava se vuelve tranquila -Es Codolar, una de las tres playas del casco urbano, así lo testifica- y, para muchos, la atracción principal no es otra que el paseo callado por la parte amurallada del casco antiguo camino del faro. Tres pisos más ático Desde La Mar Menuda, otra de las calas de Tossa, se divisa el frente de este pueblo que supo batirse contra el desarrollismo y en cuya línea de playa ningún edificio supera los "tres pisos más ático". La cala, a la izquierda, se cierra al mar salvo en un pasadizo formado por dos enormes rocas verticales. Los niños se bañan a la orilla en una especie de piscina natural, y, sólo unos metros más allá, algunos adultos traspasan el pasadizo para enfrentarse al mar abierto.Este pueblo de unos cinco mil habitantes en el que se mezcla el racionalismo arquitectónico y un cierto optimismo formal muy años cincuenta con construcciones autóctonas de piedra o cal, vive a caballo entre el mar y el monte, de cuyos alcornoques se extraía el corcho que alimentó durante años la industria local. Para los amantes del senderismo, hasta seis rutas verdes de tres o cuatro horas de duración parten de Tossa para internarse en el espectacular macizo de Cadirets, corazón de la comarca de La Selva. Para quienes se inclinen por el mar, el visitante puede elegir entre 15 playas y calas en un escaso radio de cinco kilómetros hacia el sur y no más de once hacia el norte. Cala Morisca, playa de Porto Pi, cala Pola o playa de Vallpregona son algunos de los nombres que encontramos en esos espacios de pinos, roca y mar. El entorno de este pequeño pueblo al que llegó Ava Gardner para protagonizar Pandora y el holandés errante y en el que encontró refugio Chagall, fue descubierto ya por ciudadanos de la Roma del siglo II, como lo prueban los hallazgos arqueológicos de la villa romana, uno de cuyos espectaculares mosaicos se expone en el museo municipal inaugurado en 1935 (fue el primer museo de arte contemporáneo de España). La estrella de la colección es, sin duda, El violinista celeste del pintor ruso. Un recinto amurallado que se inició en el siglo XII, una torre mandada construir por Felipe II, los restos de una iglesia gótica que domina el paisaje marítimo, lo que fuera un hospital en 1773, una pequeña capilla de pescadores dedicada a la Verge dels Socors y una iglesia parroquial barroca de 1755 marcan un recorrido arquitectónico que llega hasta el modernismo del hotel Diana. Sus formas orgánicas coronan en cerámica verde el centro de la playa principal y sus salones conservan todo el encanto de los años veinte.
sioc:created_at
  • 20050806
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
geo:location
opmopviajero:longit
  • 803
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 5
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20050806elpviavje_4/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:refersTo
opmopviajero:subtitle
  • Playas, pinos y mar en Tossa de Mar, enclave relajante de la Costa Brava
sioc:title
  • El paraíso azul de Marc Chagall
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all