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LOS ESCÚTERES son el equivalente en las motos a los coches utilitarios: vehículos ciudadanos, sencillos, limpios y con buena capacidad de carga. Para reforzar su sentido práctico, las marcas sacrifican muchas veces las prestaciones, la estabilidad y hasta la estética. Pero éste no es el caso del Yamaha T-Max, que ofrece sensaciones de moto deportiva sin sacrificar la funcionalidad. Su polivalencia sale cara, 8.899 euros, y hay que sumarle 400 más por el ABS, pero tiene pocos rivales comparables.
La estética del T-Max 500 está muy conseguida. Es un escúter bajito, ancho, largo y macizo que protege bien, resulta amplio y cómodo para el conductor y el pasajero. Presenta una terminación correcta con buenos ajustes y una calidad notable en los componentes. El cuadro de instrumentos recuerda a los de los coches, pero es completo y fácil de leer: lleva dos relojes analógicos (velocímetro y cuentarrevoluciones) y una pantalla digital multifunción en el centro. Por lo demás, debajo del asiento dispone de un cofre para un casco integral, el traje de agua, el antirrobo... Y como detalle curioso incluye un práctico freno de estacionamiento, muy fácil de manejar: se acciona desde una palanca en el puño izquierdo.
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