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  • Secuencia 1. Exterior noche. Sin luna, la penumbra de unas velas dibuja rostros fantasmagóricos en la quietud del porche. El piano en sordina de Michel Petrucciani ameniza la velada después de una cena fragante. Fundido a: Secuencia 2. Exterior día. Desde el sofá, bajo el porche, resplandece en su plenitud otoñal la panorámica más espectacular del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Vuelta al interior de la casa. Entra Mario saludando a sus contertulios de la noche anterior, mientras David sirve en mesa un apetitoso desayuno. Esta película promete... Balcón abierto al cielo Mario Reis, brasileño, y David Robinson, británico, son una pareja cuyo proyecto hotelero tras cinco años de incomprensión y arduo trabajo despunta hoy como un lugar de culto en el Pirineo aragonés. Viajeros impenitentes por las seis tierras y los siete mares, gente de provecho y mucha ciencia, nadie como ellos para imaginar un balcón así, abierto al cielo y perdido en la soledad de las montañas, al cabo de una pista pedregosa que asciende hasta San Martín de la Solana desde la carretera de Boltaña. Antigua casa rectoral dependiente del monasterio de San Victorián, el hogar de Mario y David emerge sobre un promontorio boscoso de 92 hectáreas como una representación actual de la Arcadia feliz. En la vertiente opuesta de lo exuberante, lo hiperbólico o lo ostentoso habitan la sensibilidad y el recreo contemplativo, el trato cordial y la contención de los sentidos. Aquí no existe etiqueta Q de calidad, sino la C de cultura. Serenidad. Introspección. Modestia. Discreción. Silencio. La música de la hospitalidad y la buena educación. Pocos hoteles cuidan en este país con tanto esmero los detalles, la atmósfera oleaginosa de una noche de verano, la palidez mural del invierno, el filtro de la luz a través de las ventanas, la escenografía de las sombras en los resquicios de la pared, los juegos de las barandas y la pasamanería de las escaleras... En cada piso campa un salón con chimenea, uno de los cuales orienta su galería de forja a las cumbres. Bajo una techumbre de madera, el viejo pajar resucita de comedor con mantelería sobria, velas y flores frescas en las mesas. Habitaciones Todos los dormitorios adquieren la personalidad de una flor, más o menos relacionada con el valle: Edelweis, Adelfa, Begonia, Dahlia, Fuchsia, Hyacintho, Geranio, Clavel, Iris, Jasmin. Ambientados en clave rústica con ayuda de la interiorista Tania Freixenet, sin abigarramiento gavillar ni postiza exaltación bucólica. No muy amplios, aunque suficientemente confortables. Gozosos en la ducha y prudentes a la hora de asomarse al paisaje, a prueba de miradas empalagadas. Secuencia final. Como es habitual, Reis y Robinson departen con los huéspedes en una hamaca del jardín. Al filo de la medianoche, la brisa se detiene y los grillos callan. Fin.
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  • 20050917
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  • CASA DE SAN MARTÍN, panorámicas abiertas al Pirineo aragonés
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  • Grandes vistas y muchos detalles
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