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  • Si hay en la costa española un paraje que merezca el calificativo de humano, ése es las Canteras. La primera playa urbana del archipiélago, en Las Palmas de Gran Canaria, no es tanto un rubio arenal cuanto la sala de estar para medio millón de palmenses. Y, debido a su clima privilegiado, es fuente inagotable de actividad durante todo el año. De no ser por los arrecifes calcáreos que la defienden -algunas voces advierten de su lenta destrucción natural-, el fiero Atlántico norte que golpea Gran Canaria jamás hubiera permitido el baño y mucho menos la templanza del agua, cual si de una piscina se tratase. Dispone de centro de talasoterapia y hasta de belén de arena por Navidad. Para Antonio Santana, el hamaquero -sus servicios frente a la clínica San José se recomendaron a los cruceristas del Queen Elizabeth 2-, el mes perfecto para disfrutarla es octubre. "En las calmas de otoño los alisios dan un respiro, la luz es exquisita y el turismo flojea". Otro acérrimo defensor del istmo es el fotógrafo de prensa Agustín Pérez Armas. Al amanecer, Tino comprueba las condiciones naturales desde la orilla y vuelca su pronóstico del tiempo, incluido el oleaje (para surferos), en su magnífico portal www.miplayadelascanteras.com, que actualiza cuatro veces al día. Desde imágenes grabadas con webcam -fijada en la azotea de su casa, cerca de la peña la Vieja- hasta una tabla de mareas, pasando por reportajes, foros, consejos, poemas... Tino organiza además cada 15 días cruceros a vela hasta el Confital. Versión impresa de la web ha sido, este verano, el voluminoso Mi playa de las Canteras (editorial Anroart; de venta la web y en librerías de la zona), que recuerda aquellos nostálgicos álbumes de fotos en los que, tras darle cuerda, sonaba música de Schumann mientras se hojeaba. No faltan las anécdotas del rodaje de Moby Dick (John Houston, 1956), ni la evocación de El rayo verde (1986) que Eric Rohmer atrapó desde un ático del paseo. Por la playa Chica sigue itinerante la imagen septuagenaria de Miguel Ruiz, el barquillero, con el que se entrecruza Juan Padilla con sus refrescos y mantecados. Y no es raro que donde remite la Barra, en la Cícer, las olas hagan disminuir radicalmente la edad de la concurrencia: es el imperio del surf y la adrenalina. Y el amor de Juan Cano por las Canteras es aéreo. Quien desee acompañarle en su parapente biplaza sobrevolando los tres kilómetros entre las barcas de la Puntilla y el auditorio Alfredo Kraus -trasunto de fortaleza con faro diseñada por Óscar Tusquets- sólo tiene que llamar al Club Siroco (630 08 26 55).
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  • Calma otoñal en las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria
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  • La playa humana
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