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  • Este hotel tuvo su época de gloria cuando el tinerfeño Puerto de la Cruz abría los brazos al turismo de masas procedente de Centroeuropa, que convirtió luego el enclave en un referente internacional de las vacaciones de invierno. Rodeado por un jardín subtropical de 25.000 metros cuadrados con más de 200 especies y un espectacular estanque habitado por carpas koi japonesas no muy lejos del archiconocido Jardín Botánico, el edificio conserva, tras sucesivas remodelaciones, la pátina romántica de aquellas cinco estrellas gran lujo que le fueron concedidas, hoy injustificables frente a los nuevos resorts (complejos turísticos) que afloran a lo largo del litoral canario. Hay algo decadente en sus muros que no es el sabor de lo añejo ni el perfume de la clientela fiel de toda la vida. Se llama moda pasada, pese al impecable aspecto que siguen ofreciendo sus instalaciones. Una gran escalera de caracol preside el vestíbulo, espacio vertebral del hotel y antesala de unos salones decorados con antigüedades de procedencia colonial. Tres restaurantes especializados en cocina asiática (The Oriental), italiana y mediterránea (Il Pappagallo) y española (La Parrilla) intentan sostener el peso de la fama en sus platos, muy por encima de las carencias que afectan al servicio. A veces no se recogen las toallas ni las tumbonas de la piscina hasta bien entrada la mañana siguiente. La calma de los jardines Tampoco las habitaciones se reservan la titularidad del lujo en sus dimensiones ni en sus detalles, comprobada la falta de un sofá donde cultivar la molicie o el olvido de algunos accesorios tan comunes en los cinco estrellas como las zapatillas de baño o el cepillo de la ropa. Unas regalan vistas al mar, pero están más expuestas a los ruidos de los coches que pasan por delante de su terraza. Sin tanto horizonte, las que dan a los jardines permanecen todo el día en absoluta calma. Instilan un clasicismo fino, menos dado a las estridencias kitsch de las zonas comunes. El verdadero lujo reside, sin embargo, en la única instalación moderna de que se ha dotado el hotel en su historia reciente. The Oriental Spa Garden, inaugurado en 2003, evoca los refinados santuarios termales del sureste asiático e incluso los más exclusivos balnearios del grupo hotelero Amanresorts. Alrededor de un templete zen ocupado por una lámina termal de hidromasaje con música subacuática aparecen diversas salas de masajes, sauna japonesa, laconium, templo de hielo, baño turco, baños de algas y fangos, y hasta un edículo de aromaterapia en el que se recibe un tratamiento revitalizante con efluvios de té, manzanilla y poleo. Sensaciones botánicas -éstas sí- inolvidables.
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  • HOTEL BOTÁNICO, un clásico en Tenerife revitalizado gracias a un complejo balneario
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  • Un jardín subtropical con 'spa'
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