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  • La paz va asentándose en Irlanda del Norte y el proceso político, que condujo a la destrucción de las armas del IRA el pasado septiembre, ha renovado el interés por conocer de cerca la turbulenta historia que enfrentó a sus dos comunidades: protestante y católica. En la capital, Belfast, quedan abundantes huellas gráficas del conflicto en sus barriadas: murales con escenas de atentados, placas conmemorativas, tumbas y jardines en memoria de los caídos de ambos bandos. Son circuitos antaño vetados al visitante y que se han convertido en un fuerte reclamo turístico. La compañía municipal de autobuses abrió la cantera a mediados de los noventa. Sus rutas políticas fueron un gran éxito. Funcionan hoy media docena de empresas privadas de bus y taxi, incluidos los típicos carruajes negros, con un servicio regular de recorridos, o a la carta, es decir, al gusto de la clientela. Con hasta cinco pasajeros a bordo, el conductor-guía se adentra en los viejos campos de batalla y escenarios de atentados de uno y otro sector. También los protagonistas del conflicto participan en la iniciativa, con excursiones guiadas por ex presos republicanos y protestantes. Conocer la historia reciente irlandesa a través de sus explícitos murales terroristas, símbolos territoriales y escenarios de crueles asesinatos atrae a los turistas que visitan Belfast. "Voy a contarles nuestra historia, la historia republicana. Hay otras versiones de la historia de Irlanda, igualmente importantes, pero diferentes a la nuestra. Con algunos datos y un torrente de opiniones personales, trataré de explicar el conflicto irlandés desde la perspectiva republicana". Así introduce Jim McVeigh el recorrido guiado, en autobús, por los barrios católicos del oeste de Belfast, donde renació el IRA en 1969. Conoce bien las entrañas y evolución del conflicto. Con 19 años, entró en prisión por activar un coche bomba y salió finalmente a la calle, en julio del 2000, en virtud de los acuerdos políticos del proceso de paz. A sus 41 años, ejerce de guía político en Coiste, la organización de los ex presos del IRA. El viejo frente McVeigh conduce a europeos y estadounidenses por el viejo frente republicano -Falls Roads, Bombay Street, cementerio de Milltown...-, pero evita cruzar la línea de la paz, el muro de metal que separa el oeste católico de los barrios protestantes de Shankill Road, porque, según dice, "mi vida correría peligro". Coiste y su equivalente en la comunidad protestante, EPIC, intentan aunar esfuerzos para ofrecer al visitante excursiones por el circuito completo de las llamadas rutas del terror, es decir, por los notorios feudos de los viejos enemigos. Con el proceso de paz, Belfast está limpiando sus guetos y abriéndose al exterior El éxito de las rutas políticas les ha llevado a ampliar miras y profundizar no sólo en la historia del conflicto armado, sino en todo el abanico de la cultura, industria y folclor norirlandeses. Desde recorridos por viejos pubs a los locales donde se inició Van Morrison; de los astilleros donde se construyó el Titanic a conventos y fortalezas que documentan los años de hambruna. Los visitantes crecen con la paz y nutren a la ciudad. Con 300.000 habitantes en su núcleo central, Belfast recibió el año pasado un millón largo de turistas.
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  • Los barrios de los viejos enemigos se visitan en las 'rutas políticas'
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  • Belfast, turismo en tiempos de paz
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