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  • En una ciudad de múltiples referentes arquitectónicos como León sorprende que la cadena hotelera AC haya aterrizado sobre un edificio de corte residencial sin muchos vuelos, frente a El Corte Inglés. Huelga cualquier comparación con la orfebrería plateresca del Hostal de San Marcos, el cubismo esencial del Auditorio o la policromía neperiana del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac). Tampoco se puede aspirar a la mejor fachada de la plaza Mayor, o a las callejuelas peatonales del barrio Húmedo, como han logrado otros establecimientos leoneses. Pero ponerle nombre a un inmueble sin nombre en la espesura urbanística de la Chantría sólo se entiende desde la óptica de quien busca un hotel económico, funcional y corriente para pasar a solas la noche. Tal vez ésta sea su carta de naturaleza, sin mayor ambición que la de ofrecer por 50 euros la habitación doble el ajuar característico de esta elegante cadena, que se compone de minibar gratuito, 20 canales de televisión, wi-fi de tarjeta y cuatro almohadas para darse de nuca contra el sueño. Esa simpleza de instalaciones emborrizada de comodidades domésticas, que tanta fortuna le ha dado al empresario Antonio Catalán, trasciende lo conceptual en los ámbitos públicos del vestíbulo y los salones, uno polivalente con comedor y dos para pequeñas reuniones de empresa. Ahí sí cabe apreciar el minimalismo decorativo que distingue a todos los hoteles AC, aunque menos florido y oriental que los pertenecientes a la gama Selection. Algunos rincones, paredes y muebles sufren cierto desgaste. Los ascensores, dos para todo el hotel, funcionan con excesiva lentitud; ambos se detienen invariablemente en la planta cero, lo que dificulta el tránsito entre el salón comedor, abajo, y los pisos de habitaciones. El servicio cumple con puntualidad, si bien algo desasistido en días de máxima ocupación. No da abasto para tramitar la cuenta en horas punta, ni siquiera para atender las llamadas del interfono cuando se solicita la apertura del garaje desde la calle trasera al edificio. Todo lo contrario sucede en días desangelados, cuando hay tiempo para el agasajo y la cortesía, y también para recibir sugerencias acerca de lo que se puede visitar en el entorno de la catedral. De noche desciende la intensidad del tráfico y la luminotecnia infunde calidez sobre la evidente falta de personalidad del edificio. Desde el dormitorio, la fachada acristalada del centro comercial refleja las candilejas geométricas del hotel y su cubo verde corporativo con el marchamo AC.
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  • AC SAN ANTONIO, alojamiento económico en el barrio leonés de la Chantría
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  • Un hotel funcional de carácter urbano
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