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opmo:content	Aquí se viene a comer, pero sobre todo a beber buen vino. Barcelona inauguró este otoño un restaurante-enoteca que se llama Vinya-Roel. La entrada ya sitúa: una tienda de vinos y objetos relacionados con este mundo, como los libros y los decantadores. La sensación es la de entrar en una bota de vino. Todo gira en torno a la cultura vitivinícola: hay más de 600 referencias de vinos, cavas y licores. Los caldos son mayoritariamente de aquí, aunque también los hay que proceden de Argentina, Chile, Suráfrica... El comensal puede comprar una botella en la tienda y después degustarla en la mesa abonando un suplemento de tres euros por el descorche. Vinya-Roel, que pertenece al grupo Olivé, no hace feos a que el cliente se traiga la botella de casa, aunque con un coste adicional. En su interior, dos enormes cavas conservan más de 1.400 botellas de vino tinto. "Hemos realizado una profunda reforma del restaurante", explica Josep Olivé, propietario de este establecimiento que antes se dedicaba a la cocina italiana. Ahora son sobre todo platos mediterráneos, como ensaladas, buñuelos, setas y distintos tipos de carnes y pescados. Comer, incluido el vino, tiene un precio medio de 40 euros. "Todos los vinos están seleccionados con el criterio de que sea el mejor dentro de su gama de precios", subraya su propietario. "Es sorprendente ver cómo mucha gente que viene a comer acaba comprando varias botellas antes de salir. Los vinos que mejor están funcionando son los nacionales, tanto los clásicos como los emergentes", añade Olivé, empresario con más de dos décadas de experiencia en el mundo de la hostelería. La tienda, además, no deja de incorporar nuevos artilugios. Están a la espera de recibir unos originales manteles que reproducen, como si se tratara de papel de diario, escritos sobre el vino. Y, siguiendo el calendario escolar, Vinya-Roel también organiza catas de vinos los lunes alternos (12 euros la cata) para aquellos clientes que se queden con ganas de probar más.
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Aquí se viene a comer, pero sobre todo a beber buen vino. Barcelona inauguró este otoño un restaurante-enoteca que se llama Vinya-Roel. La entrada ya sitúa: una tienda de vinos y objetos relacionados con este mundo, como los libros y los decantadores. La sensación es la de entrar en una bota de vino. Todo gira en torno a la cultura vitivinícola: hay más de 600 referencias de vinos, cavas y licores. Los caldos son mayoritariamente de aquí, aunque también los hay que proceden de Argentina, Chile, Suráfrica... El comensal puede comprar una botella en la tienda y después degustarla en la mesa abonando un suplemento de tres euros por el descorche. Vinya-Roel, que pertenece al grupo Olivé, no hace feos a que el cliente se traiga la botella de casa, aunque con un coste adicional. En su interior, dos enormes cavas conservan más de 1.400 botellas de vino tinto. "Hemos realizado una profunda reforma del restaurante", explica Josep Olivé, propietario de este establecimiento que antes se dedicaba a la cocina italiana. Ahora son sobre todo platos mediterráneos, como ensaladas, buñuelos, setas y distintos tipos de carnes y pescados. Comer, incluido el vino, tiene un precio medio de 40 euros. "Todos los vinos están seleccionados con el criterio de que sea el mejor dentro de su gama de precios", subraya su propietario. "Es sorprendente ver cómo mucha gente que viene a comer acaba comprando varias botellas antes de salir. Los vinos que mejor están funcionando son los nacionales, tanto los clásicos como los emergentes", añade Olivé, empresario con más de dos décadas de experiencia en el mundo de la hostelería. La tienda, además, no deja de incorporar nuevos artilugios. Están a la espera de recibir unos originales manteles que reproducen, como si se tratara de papel de diario, escritos sobre el vino. Y, siguiendo el calendario escolar, Vinya-Roel también organiza catas de vinos los lunes alternos (12 euros la cata) para aquellos clientes que se queden con ganas de probar más.

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