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Lejos de la civilización, en el valle asturiano de Boal, el matrimonio alemán Sibylle y Hubert se ha adueñado de una finca de 25.000 metros cuadrados donde imparten clases de iniciación a la equitación y organizan excursiones a lomos de sus propios corceles: Sascha, Monty, Sábin y Yukon. A un lado se levanta la casa principal, resumida en un saloncito con chimenea y siete amplios dormitorios, muy someros en su decoración, pero generosos en tamaño y detalles personalizados, con vistas a los montes que trazan el cauce del Navia. Los amaneceres aquí son únicos, entonados con un buen desayuno casero. Sobre la mesa, zumo de naranja, mermelada, panecillos recién hechos, leche asturiana y café humeante. Enfrente de la vivienda, en un edificio aparte, se localizan las cuadras, reforzadas con un servicio de boxes y picadero recomendado para la clientela infantil. Los mayores son invitados a conocer la comarca al trote en rutas para expertos y otras mixtas, a pie y ecuestre, e incluso a participar en los talleres de mantenimiento del caballo.
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