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  • Es sabido que la ampliación de Baqueira-Beret hacia las laderas de Blanhiblar tiene en el punto de mira de su próximo desarrollo turístico al pueblecito pintoresco de Bagergue. El ingeniero agrónomo y empresario Joaquín Nieto ha debido de intuirlo, pues su hotelito Mauberme se encuentra emplazado en la carretera que lleva a esta nueva zona de expansión desde Salardú, en el eje vertebral del valle de Arán. Un descuelgue de la pendiente lo hunde varios metros con respecto al asfalto y preserva la calma que se le supone a todo alojamiento de montaña, pese al trasiego de mucho todoterreno de alquiler, que pasa por coche propio, valle arriba, valle abajo. Baqueira es así. Un amplio aparcamiento saca ventaja de la situación, y el propietario no deja de recorrerlo con los huéspedes en su afán de velar porque todo funcione com Deu mane. A un precio por noche más que razonable. Tal entretenimiento y su afición por la ornitología le retienen todo el día en el hotel. De noche, el portón se cierra, por lo que la clientela de picos pardos debe llevar consigo el pesado manojo de llaves que comparten la entrada al edificio y a la propia habitación. Del chalé original queda muy poco. En su lugar aparece un edificio diseñado en la academia de corte y confección aranesa, salvo el extravagante grana anaranjado de la fachada, reclamo inteligente de unos interiores cálidos, en madera de pino, roble y nogal, decorados por Carmen Bernardos. Tapicerías gruesas de tonos neutros, sillones orejeros listados, hamacas de rattan verde, lamparitas art nouveau, fundas nórdicas de color hueso, almohadones mullidos, cuadrantes con encajes... Ambiente de hogar, como lo exige cualquier hotel de esquí, pese a la viguería falsa en los techos. Eso que hoy se lleva cuando se quiere encantar. Tras la jornada de esquí El ras de suelo, diáfano, ofrece todo en uno: la recepción, el vestíbulo, el bar, el salón social y el comedor de desayunos. No se dan almuerzos ni cenas, aunque el valle de Arán es pródigo en restaurantes con encanto donde rubricar la culminación de una gozosa jornada en pistas. Casi tres años desde su apertura, al hotel le falta todavía un hervor en aquellos detalles de acogida que anhela la clientela invernal, como la carencia de albornoz o la deficiente calidad de los adminículos de aseo. Los 11 dormitorios, personalizados con el nombre de una flor autóctona, abrigan los sueños incluso con exceso: los edredones voluminosos, el envoltorio de madera y la generosa calefacción de la casa pueden hacer sudar a muchos. Con el empeño que le pone, Nieto no tardará mucho en solventar estas carencias y aupar su hotelito a la cima pirenaica del encanto y el mecenazgo ecoturístico. Desde los balcones, las vistas a la montaña y el silencio nocturno del valle invitan a reflexionar sobre la burbuja inmobiliaria que se avecina.
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  • HOTEL MAUBERME, encanto a precios razonables a un paso de Baqueira-Beret
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  • Un chalé acogedor en el valle de Arán
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