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  • Son los moros y cristianos más madrugadores de la muy mora, y muy cristiana, provincia de Alicante: su patrono es san Blas, el 3 de febrero. Están custodiados por un magnífico castillo roquero, cambiante, camaleónico: nada que ver si se mira desde el norte o desde el sur, desde naciente o desde poniente. Por la noche, iluminada, esta fortaleza de los siglos XII al XIV parece flotar en un negro vacío, repleto de estrellas. Se cuentan entre los más tradicionales (ya se celebraban en el primer tercio del siglo XIX, y cuatro de sus ocho comparsas tienen más de 150 años) y les distingue su peculiar forma de desfilar, conocida como el saltico. Singular es también la manera de disparar: con los pies juntos y el arma apoyada al hombro. Todo Sax se vuelca en sus moros y cristianos. Son cerca de 3.000 festeros, casi un tercio de la población. Las bandas de música marcan el comienzo, con su espectacular entrada, y el final, cuando todas juntas interpretan el himno nacional, tras el desfile con los nuevos capitanes y el ruedo de banderas. En medio, cinco días (entre el 1 y el 5 de febrero) en los que sus acordes, y el estruendo de la pólvora, acompañan las evoluciones de Moros (la primera comparsa creada), Cristianos, Marruecos, Garibaldinos (de 1874, en honor a Garibaldi), Turcos, Alagoneses, Árabes Emires y Caballeros de Cardona (la última, de 1989). En sus desfiles, tanto moro, el día 3, como cristiano, el 4, seduce la desinhibición que tienen las gentes de estas tierras mediterráneas a la hora de mostrarse ante sus paisanos, que impregna de belleza sus movimientos -no importa la edad, el sexo y, mucho menos, la realidad física objetiva- mientras dura la fiesta. Momentos especialmente emotivos son la diana de San Blas, el 3, y las vueltecitas que le dan al santo cuando regresa en la mañana del 4 a su ermita, acompañado por las comparsas en desfile procesional con arcabucería. Los sajeños sienten gran devoción por el patrono de la garganta, a cuya milagrosa intervención atribuyen el haber salido bien parados de una epidemia de garrotillo, especie de difteria que producía la muerte por sofocación. Un voto de 1627 da fe de su gratitud.
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  • 'Saltico' para san Blas
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