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  • Un puñado de ideas elementales y una razón de mucho peso han bastado a Luis de Buen para abrir en Barcelona este restaurante temático. Sobre la base de la materia prima que a diario llega a Mariscos Genaro, negocio de pescados de su propia familia instalado en el mercado de la Boquería, el dinámico patrón ha concebido un espacio singular, todo revestido de blanco, que ocupa una superficie irregular en los bajos del centro comercial L'Illa. En el corredor de paso los clientes se topan con un mostrador de pescados y mariscos semejante al de cualquier pescadería. Gruesos lomos y ventrescas de atún, colas de rape, sepias, gambas, navajas y moluscos de concha acaparan la atención de sus clientes. Precisamente porque su cocina se limita a técnicas tan simples como plancha, vapor y fritura, lo que cuenta es la calidad de las piezas. La idea de Buen es seducir a los comensales con su vistoso escaparate y estimular sus preferencias. Luego se ha de tomar acomodo en mesitas incómodas, sin otros complementos que unos manteles y servilletas de papel y una cristalería discreta. Poco más sugiere esta suerte de fast-food marinero en el que los platos llegan enseguida, sin apenas aspavientos. Pero el ideólogo del local aporta gracia a su trabajo y sorprende con detalles divertidos. Lo ratifica el surtido de ostras, 11 tipos procedentes de distintas costas -ostrón de Cantabria, del delta del Ebro, francesas del Atlántico, francesas del Languedoc, gallegas de cuerda, ostras G o súper y ostras Genaro- con las que propone un viaje del paladar, una degustación comparativa de diferentes mares. Otra muestra de su ingenio es la interpretación que hace de los moules et frites (mejillones a la cerveza con patatas fritas) al estilo belga, que presenta en un original recipiente con espuma de mayonesa, a modo de homenaje a la cocina de vanguardia. Es una pena que los mejillones lleguen a la mesa algo secos, dejando al descubierto la precipitación que se palpa en sus cocinas. Los platos considerados principales sorprenden por su abundancia. Es magnífica la gruesa pieza de ventresca a la plancha; no desilusiona el rape tratado de la misma forma, y tampoco están mal los calamares a la romana, fritos en un crujiente rebozo. Lamentablemente el pan es vulgar y no se sirve café para acelerar la rotación de las mesas.
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  • FISHHH, un restaurante barcelonés cuyo mayor argumento es la calidad de la materia prima
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  • Festín para amantes del buen pescado
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