PropertyValue
opmo:account
opmo:content
  • Moscú y San Petersburgo, las dos ciudades más populosas de Rusia, están unidas por una red de cursos de agua, naturales y artificiales, que incluye los míticos ríos Volga, Svir y Neva; el inmenso embalse de Rybinsk -más de 700 pueblos yacen bajo sus aguas-; el canal V olga-Báltico, construido en época de Stalin, y los misteriosos lagos Ladoga, Onega y Blanco. Durante el viaje, y además de visitar las ciudades que van surgiendo al paso de las aguas, el viajero tiene la posibilidad, mientras permanece a bordo, de disfrutar de variadas actividades: charlas; clases de canto y ruso, recitales de música popular... Los viajeros embarcan en San Petersburgo en navíos fabricados en los años setenta en la antigua República Democrática Alemana. Lentos y funcionales, cuentan con comodidades escasas para los parámetros occidentales; pero todo se suple con una limpieza y mantenimiento casi artesanal y una amabilidad exquisita. La entrada al lago Ladoga la marca la isla de Petrokrepost, con una fortaleza construida en el siglo XIV. La salida la marca la espectacular desembocadura del lago en el río Svir. Merece la pena pasar la noche en vela sólo para verlo. A la mañana siguiente, después de un día y una noche de navegación, el barco atraca en Mandrogy, una pintoresca aldea en la que se pueden degustar platos de la cocina rusa o pasear por los frondosos bosques, aunque, si se elige esta opción, mejor no alejarse demasiado para no perderse. Remontando las aguas del río Svir, el barco llega al lago Onega. La isla de Kizhi fue lugar de descanso para los mercaderes que se dirigían hacia el mar Blanco y centro religioso en el que se levantaron sucesivos templos: en el siglo XVI, la iglesia de San Salvador; la catedral de la Transfiguración, en 1714, para conmemorar la victoria de Rusia sobre Suecia -el templo tiene 22 cúpulas y ni un solo clavo-, y, 50 años después, la iglesia de la Intercesión de la Virgen (1764). En torno a los templos se instalaron, en época soviética, viviendas tradicionales traídas desde distintos puntos del país. Con todo ello quedó completado un delicioso complejo arquitectónico que, en 1990, fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Plantas medicinales La navegación continúa, el barco atraviesa el río Kovzha -hay que prestar atención a las singulares formas de los peñascos de la ribera-, desemboca en el lago Blanco (en ruso, Biéloie) y hace escala en Kirilov, una tranquila localidad. Allí se toma un autobús para recorrer los ocho kilómetros hasta Goritsy, donde se encuentra el monasterio de San Cirilo Belozerski.Este lugar, centro de peregrinación, reúne 11 iglesias diseminadas, aquí y allá, entre jardines de hierbas medicinales. Después de la visita a San Cirilo, el barco prosigue su travesía por aguas del río Sheksna y el embalse de Rybinsk hasta Uglich, pequeña ciudad fundada en el siglo X. La escala es una buena oportunidad para comprar quesos, producto típico de esta región del Volga, en la que se elaboran más de 50 variedades distintas. Las joyas monumentales del lugar son el Kremlin y la iglesia de San Dimitri, construida con motivo del asesinato aquí, en 1591, del zarevich Dimitri, hijo de Iván el Terrible. Y el viaje llega a su fin con el atraque en Moscú, la gran metrópoli de la plaza Roja.
sioc:created_at
  • 20060325
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
geo:location
opmopviajero:longit
  • 808
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 10
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20060325elpviavje_1/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:refersTo
opmopviajero:subtitle
  • De San Petersburgo a Moscú por ríos, lagos y canales
sioc:title
  • Anatomía líquida de Rusia
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all