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Aquel territorio degradado por donde discurría el ferrocarril y partía en dos la ciudad se ha convertido, gracias a la estación del AVE, en la nueva avenida del lujo y la arquitectura contemporánea. Córdoba se mueve ya a alta velocidad. El turismo corteja sus patios, celebra sus fiestas de mayo y admira sus proyectos de futuro, como el Palacio del Sur que ha diseñado el arquitecto holandés Rem Koolhaas. AC Hoteles también lo ha visto claro y, desde hace un año, airea frente a este caudal de
modernidad un edificio geométrico, con fachada diagramada de plaquetas blancas y un alma interior de minimalismo al uso. Lejos del atrabiliario gusto cordobés, este hotel de 54 habitaciones quiere ser un referente de vanguardia para los profesionales y hombres de negocios que participan en la regeneración urbanística de la capital.
El ras de calle aparece enteramente dominado por la sala AC, un espacio multifuncional donde sentarse a leer, ver la tele, navegar por Internet, charlar de negocios e incluso contemplar obras de arte. Su decoración sigue al pie de la letra el cartesianismo mínimo oriental común a todos los establecimientos de la cadena fundada por Antonio Catalán. En la entreplanta se encuentra el comedor. Es un espacio diáfano y luminoso donde presentarse temprano a desayunar sin que el bufé ofrezca muchas complicaciones, servido por dos camareras muy amables y elegantemente trajeadas de negro. En la onda londinense o neoyorquina. Mientras, los ejecutivos de etiqueta pueden soltar el nervio bajo tierra, en el fitness center, un gimnasio en el que se ha tenido el detalle de instalar un frigorífico con bebidas isotónicas y un armario con toallas de diseño.
Marcadas por la neutralidad cúbica del hotel, las habitaciones amenizan la estancia pasajera con suficiente comodidad y numerosos guiños urbanos. No destacan por su tamaño, señal de que el precio del metro cuadrado en el centro de Córdoba se equipara ya al de las grandes capitales. Tampoco por su aislamiento acústico. En todos los dormitorios, suelo de parqué, colchones rollizos y sedantes, muebles en madera de wengué, cuarto de baño empelechado de verde, un escritorio con buena documentación sobre los servicios de hospedaje, un minibar lleno de envases gratuitos y un armario bien surtido de perchas para llevarse a casa.
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