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La actriz, que acaba de estrenar Un franco, 14 pesetas, vivió tres meses en París, y los recuerdos vuelven mientras extrae recordatorios de su estancia de una caja en la que atesora desde entradas al teatro hasta azucarillos.
¿A qué se dedicaba?
Me encantaba pasear por el Barrio Latino o el Pont-Neuf, descubrir librerías antiguas o comprar joyitas en esos rastrillos en los que la gente vende sus cosas. Y los domingos me bajaba con mi tortilla a la ribera del Sena, como los parisienses.
¿Visitó la torre Eiffel?
Di con ella sin buscarla. Durante un paseo me topé de frente con uno de sus pies. Cuando alcé la cabeza y vi ese monstruo me quedé impactada. No la imaginaba tan alta.
¿Y qué me dice del Louvre?
Hice varias visitas. Un día me iba a ver la Gioconda; otro, la Venus de Milo... Lo suyo es entrar y dejarse sorprender.
Recomiende dos sitios.
Le Coupe-Chou, un restaurante muy antiguo en el que trabaja un tal José el Francés, que no es el cantaor, sino un chico de Ribadesella que lleva allí toda la vida. Y un salón de té de 1854 con mucho sabor: Mariage Frères, en la calle de los Grands Augustins. Es que soy adicta al té.
¿Un descubrimiento?
Aunque sea un poco cursi, un mosaico cerca de Sacre Coeur con la frase "Te quiero" escrita en más de 200 idiomas.
¿Una imagen?
La vista de la ciudad desde la noria del jardín de las Tullerías. Es gigante.
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