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Como el ave fénix, este Chalet del Golf tiene en su anecdotario el haber renacido a las cenizas de dos pavorosos incendios que lo destruyeron por completo. El último, en 2001, obligó a reconstruir el edificio según los gustos imperantes hoy en la Cerdanya, lleno de sutilezas en madera y muecas a la pizarra tradicional. Nada queda de aquel viejo chalé levantado en 1948 por los cientos de aficionados al golf que hicieron de Bolvir un lugar único de encuentro y retiro de la burguesía catalana. Veinticinco años antes de aquella fecha se había inaugurado aquí uno de los primeros campos de golf que hubo en España.
Choca ver que el edificio sea, más o menos, un clon del anterior. El mismo tipo de cubierta. El mismo revestimiento exterior. Si acaso, aliviado con la geometría lineal de acero, piedra, madera y cristal que lo estructura. Porque la verdadera transformación del chalé obra un milagro zen en su interior. Lo que antaño destilaba flema británica de golf, hoy simboliza el abrazo arquitectónico de Oriente y Occidente, el disseny catalán y el credo minimal japonés.
Luces y sombras
Entre la cultura de la luz y el elogio de la sombra, el edificio se encierra en sí mismo, opaco a las montañas circundantes. Sólo una hilera de seis habitaciones posee terrazas abiertas a la sierra del Cadí, con el green en primer plano: Greg Norman, Tiger Woods, Bernard Langer, Lee Treviño, Sergio García, Ernie Els. Éstas son pequeñas, pero confortables, enmoquetadas de color burdeos y amuebladas con maderas claras. Otras cinco ofrecen unas dimensiones mayores, aunque no gozan del relieve paisajístico de las anteriores: Nick Faldo, Bobby Jones, Curtis Strange, David Duval, Arnold Palmer. Todas rinden un homenaje a alguna estrella de este deporte.
En la planta baja, el vestíbulo comparte su semipenumbra con la recepción y un escaparate en el que se muestran artículos deportivos. Al fondo se suceden, en línea con la terraza, el bar, de ambiente contemporáneo, y tres salones con biblioteca, frecuentados por jugadores y familias con niños cuya presencia apenas se hace notar en las zonas comunes del hotel.
La cocina adquiere un renombre creciente bajo la supervisión de Josep Maria Boix, propietario de la vecina Torre del Remei y actual gestor de este Chalet del Golf.
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