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NO ES UN PAÍS sino un continente. Con una diversidad humana difícil de encontrar. Una apasionante multiplicidad étnica y cultural... y un zoo de animales que pululan libremente sin que nadie se inmute.
En ciudades como Jaipur y Agra pudimos ver monos, que suelen ser agresivos y lanzan piedras y otros objetos desde las alturas de los edificios; montones de ardillas en cualquier árbol o parque; elefantes en Udaipur; camellos, ovejas, cabras, burros con sus dueños por las carreteras; caballos, búfalos, gacelas, garcillas y otros pájaros diversos que no reconocimos. Existe incluso un hospital para pájaros heridos o enfermos en el centro de Delhi. Evidentemente, vacas, vacas que no se inquietan con el ruido de coches, cláxones y demás ruidos; ratas, claro, y algún que otro gato y perro, estos últimos parece que son los parias de la sociedad animal en la India.
Un viaje inolvidable de variedad, color: ciudades amarillas, azules. En Varanasi, la ciudad sagrada a orillas del río Ganges, se escenifica, en una rotación sin fin de las horas, el ritual de la muerte con las cremaciones al lado del río. Qué maravilla ver amanecer mientras paseas en barca por el Ganges, y ver el trasiego de gentes en los ghats (escaleras que bajan al río) lavándose en una ceremonia de purificación y de bienvenida al día.
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