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  • La segunda ciudad de Holanda es el primer puerto del mundo. Y debe su nombre a una presa -dam en neerlandés- levantada para frenar las aguas del río Rotte. Así nació una aldea de pescadores que en 1340 terminó por convertirse en ciudad, ya a orillas del río Mosa. Rotterdam comparte con Amsterdam, Utrecht y La Haya la laboriosidad y el sentido del comercio de los holandeses, aunque presenta un aspecto distinto, ya que los bombardeos de la II Guerra Mundial destrozaron su centro histórico. Pero el puerto conserva toda su grandeza industrial. Las excursiones en barco por el río Mosa salen desde el muelle de Willemsplein, junto al Erasmusbrug (puente de Erasmo), y varían de precio. Al viajero curioso que quiera hacerse una idea general de lo que es el puerto le bastará con la excursión de hora y cuarto (8,75 euros, adultos; 5,40, niños). Los amantes del mar y de los barcos querrán apuntarse a la de dos horas y media (14,25, adultos; 9, niños), y los incondicionales de la navegación, los paisajes industriales y la hidráulica holandesa podrán optar, bien por recorrer los 25 kilómetros hasta el superpuerto de Rotterdam, bien por navegar tierra adentro, hacia Dordrecht (ambas rutas duran unas siete horas; 43 euros, adultos; 29 euros, los niños). En la excursión de hora y cuarto, en dirección al mar del Norte, aparece a la derecha el parque de la ciudad y el Euromast, una torre de 185 metros de altura construida en 1960. De aquí en adelante se van abriendo a ambos lados del Mosa dársenas con sus muelles, embarcaderos y diques secos (normales y flotantes). Cada una de estas dársenas tiende a especializarse en la recepción o la carga de distintos productos. A la derecha, por ejemplo, llama la atención una gran nave frigorífica de color naranja (no tiene pérdida) donde se almacena zumo concentrado de... naranjas brasileñas. Algo más adelante, en la otra orilla del Mosa, se encuentra la Eemhaven, una dársena en cuyos muelles se acumulan contenedores venidos de todo el mundo, aunque de momento el partido lo ganan por goleada los de la compañía China Shipping. Los contenedores, desplazados por unos inmensos insectos motorizados de cuatro larguísimas patas que los acogen en sus senos (grúas pórtico), se ordenan en hileras interminables. Por las aguas de Rotterdam circulan constantemente gabarras y taxis acuáticos, remolcadores y lanchones. A medida que se aproxima la boca del puerto, el tamaño de los barcos se va haciendo mayor. Aparecen los buques cisterna, los de materiales peligrosos y, cómo no, los petroleros. En un día claro, desde la ciudad se vislumbran los enormes complejos petroquímicos del Europoort, incluyendo, además de tanques y depósitos, las inmensas chimeneas de las cinco refinerías de Rotterdam. Desde tierra Para seguir disfrutando del puerto, ya desde tierra, nada mejor que acercarse a la terraza del hotel New York, la antigua terminal de embarque para los transatlánticos que cubrían la línea Rotterdam-Nueva York. Aquí se puede almorzar antes de dejar atrás el puerto, y contrastar los trabajos de la industria y el comercio con la calma elegante del Boijmans Museum. El nombre completo de este hito de la arquitectura moderna es Museo Boijmans van Beuningen. Ocupa el edificio de 1935 diseñado por Aj van der Steur, de ladrillo marrón, con torre, patio y unos delicados jardines abiertos al público, y las sucesivas ampliaciones, la última del estudio belga Robbrecht en Daem, inaugurada en 2003. Además de una gran galería dedicada al surrealismo, la colección de pintura incluye piezas de primera, como el famoso Concierto en un huevo, de El Bosco. Pero de todos los cuadros, sin duda el más fascinante para quien viene de navegar por el puerto de Rotterdam será La torre de Babel, de Pieter Bruegel el Viejo. Detenerse a contemplar el cuadro de Bruegel, con sus miles de personajes repartidos por las ocho alturas de la torre, y por los muelles del puerto pintado, por los campos y por las aldeas que la rodean, afanándose entre grúas, carros, animales de carga, sillares, ladrillos y polvo, proporciona el placer del reconocimiento inmediato. .
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  • Visita en barco al corazón comercial de la segunda ciudad de Holanda
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  • Rotterdam, pasión portuaria
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