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El actor, que esta semana estrena la película La bicicleta, no ha olvidado su primer gran viaje, cuando tenía 13 años.
¿Cómo fue?
En el sótano de un barco con otras 400 personas. Salimos de Vigo e íbamos a Uruguay. Un viaje que hice, de emigrante a América, en 1949. El barco se llamaba Formos y los pobres viajábamos en el quinto piso por abajo. Duró, lo recuerdo perfectamente, 26 días.
Le impresionaría eso de la división entre pobres y ricos.
Sí, ellos iban arriba y no nos dejaban subir. ¿Has visto Titanic? Pues así era. Y nosotros comíamos lo que nos dejaban. Me hice amigo de los cocineros para que le dieran bien de comer a mi hermana, que tenía un añito, y a mi madre.
Y para matar el tiempo, ¿qué hacían?
La gente cantaba en gallego y asturiano, con la morriña puesta, canciones de tristeza.
¿Paradas?
Paramos en Lisboa, Las Palmas de Gran Canaria, Dakar y Salvador de Bahía. En Dakar quedé impactadísimo. Nunca había visto un negro y recuerdo que el barco lo atracaron a mano.
¿Cómo fue la emoción del fin de la odisea?
Salíamos de España tras unos años muy duros y llegar a Uruguay fue como llegar a la tierra prometida. Es un país muy europeo, pero me pareció completamente diferente. Luego he ido muchas veces y tengo grandes amigos, y una suegra maravillosa de 95 años.
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