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  • Si lleva gafas, úselas. Ésta es la recomendación de muchos taxistas en Barcelona cuando se les pregunta por un hotel recientemente inaugurado en la plaza de Cataluña. En el marasmo de coches, autobuses, quioscos, farolas, chirimbolos, bocas de metro y viandantes apenas queda hueco para reparar en un mayúsculo 19 esgrafiado sobre un frontón de cristal oscuro. ¿Será el Olivia Plaza? Lo es. Estrecho y profundo, encajonado entre las fachadas de la plaza. Con una altura de 10 pisos. Sólo por su emplazamiento ya merece ser tomado en consideración por los visitantes del barrio Gótico, las Ramblas y el paseo de Gràcia. También por la clientela de negocios que, concluida su jornada, prefiere un entorno céntrico y mundano para rastrear la noche. No importa que el ruido del tráfico se filtre a través del cristal, ni siquiera que esté prohibido estacionar frente al hotel. Un empleado se hace cargo del equipaje y explica cómo conducir el coche hasta el aparcamiento subterráneo de la plaza. Los alicientes superan cualquier incomodidad. El ras de calle es un tubo en forma de loft por el que transitan la recepción, un salón-cafetería, el comedor y una pequeña terraza en dos alturas, asomada a un jardín oriental de tallos y gravas. Hasta el servicio parece encendido por el ambiente, muy dispuesto a abordar los continuos cambios de escenario. Que si ahora toca servir los desayunos, que si el piscolabis de media tarde, que entretanto hay que disponer del salón de lectura... Todo en aras de la máxima funcionalidad. Correderas de vidrio El diseño de las habitaciones sigue los mismos propósitos. Una distribución modular, inusitadamente amplia para un hotel de esta categoría en la capital catalana, acopla el baño a un lado sin más cierre que el de una mampara corredera. Su accionamiento amplía o disminuye el espacio de la alcoba a voluntad. Otra corredera de vidrio translúcido separa alternamente el excusado y la ducha. Un visillo reflectante matiza la luz que se cuela hasta el fondo de la estancia a través de un enorme ventanal orientado hacia la plaza. Cinco habitaciones proyectan hacia ella sus terrazas, aunque las mejores panorámicas son las que ofrecen las tres anexas en la décima planta del edificio. Desde el corredor de acceso, abierto al exterior, un regalo de Barcelona: una perspectiva del mar y el bosque de tejados que ensortijan el cielo del barrio Gótico.
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  • HOTEL OLIVIA PLAZA, espacios modulares y vistas al mar en el corazón de Barcelona
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  • Diez pisos de funcionalidad
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