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  • El turismo enológico cobra nuevos bríos a orillas del Duero. Aumenta el interés por la arquitectura bodeguera, los barcos de pasajeros regalan una perspectiva distinta del paisaje y muchos viajeros sueñan ya con pasar la noche frente a los viñedos de touriga nacional, la uva madre del oporto. Alicientes sobrados para descolgar el teléfono y gestionar, a través de su oficina de reservas en España (902 33 63 63), una estancia de lo más prometedora en la Pousada Solar da Rêde, con vistas al espectacular meandro que describe el río en los alrededores de Régua. No hay otro enclave igual en todo Portugal. Entre plátanos, magnolios y arriates de geometría topiaria descuella su fachada barroca, orientada al mediodía, arquetipo nobiliario de una quinta del siglo XVIII diseñada por Nicolau Nasoni sobre un viñedo de 27 hectáreas. De los tres portones que dan acceso al interior, el último, aledaño a la piscina y a los jardines laterales, da paso a una tienda donde parece obligado degustar el vintage de la casa y, si queda, adquirir alguna botella de este particular vino portugués. La pousada concentra sus mejores galas en la planta superior, comunicada con el vestíbulo y la recepción a través de una solemne escalinata doble. Ahí se suceden, alineados frente al valle, los salones más aristocráticos; las janelas (ventanas) primorosas; los dormitorios de época, descritos como un museo de camas debido a la riqueza ornamental de sus cabeceros y su mobiliario de estilo imperio. Artesonados de madera, arcos de piedra, arañas de cristal, azulejos manuelinos, bargueños del siglo XVII, tapices de Arraiolos, jarrones de Macau, un clavecín Collard & Collard... Casas rústicas Solar da Rêde no acaba aquí. Otras 19 habitaciones se reparten en casitas rústicas por la finca, más allá de los parterres vegetales, la huerta y el olivar, la jaula destinada al tenis y la capilla barroca adscrita a la propiedad. Casa Julieta, Casa da Pedra, Casa do Peixoto, Casa dos Caseiros y Casa dos Noivos. Menos severas que las suites habilitadas en la casa madre, pero más amplias y funcionales. Al gusto inglés, algo chapado a la antigua, en homenaje a los pioneros almacenistas de oporto. Sugerentes por sus balcones abiertos al Douro, pero decepcionantes en los cuartos de baño, tan asépticos como fríos, empelechados en tonos frufrú, mal iluminados y con un agua perezosa en la ducha. Los lujos afloran a la hora del desayuno, servido en mesa, y mucho más durante el atardecer en los momentos previos a la cena. Desde la terraza exterior, habilitada en verano como restaurante gastronómico, el bacalhau sabe mejor con la mirada puesta en las candilejas que dibuja de noche esta curva prodigiosa del Duero. Solar da Rêde se vuelve entonces romántica y callada.
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  • POUSADA SOLAR DA RÊDE, un mirador del siglo XVIII entre los viñedos portugueses
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  • Balcones abiertos al Duero
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