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  • En una ciudad pujante como Vigo, la cadena NH estaba obligada a tener un hotel adscrito a su serie Collection de edificios singulares o con encanto. El lugar elegido reúne lo más granado de la arquitectura racionalista de principios del siglo XX: la avenida de García Barbón, el eje comercial y administrativo de la ciudad. Uno de sus inmuebles residenciales, conocido desde siempre como las casas de Oya, obra del arquitecto Paczevich en 1904, exhibe ahora la placa azul de un establecimiento con 108 habitaciones. Nada de lo que parece anunciar su fachada de granito, sus balcones historiados o los tres grandes casetones que lo coronan se cumple luego de puertas adentro. El común de las dependencias sorprende porque no se ajusta al patrón estético ni funcional de los hoteles NH. Incluso decepciona por oscuro, intrincado, ecléctico e insuficientemente estiloso para lo que espera un cliente habitual de la cadena. El contrapunto a estas carencias lo pone el servicio, amable con los huéspedes desde el instante mismo de su llegada. Dado el intenso tráfico de la avenida, sólo se puede estacionar frente a la puerta para la descarga del equipaje. Un empleado se encarga luego de conducir el vehículo al garaje. Patios de luces Las instalaciones se reducen a un salón-cafetería, frente a la recepción, y el comedor compartido para cenas y desayunos. En el vestíbulo, junto a los ascensores, hay durante buena parte del día un desagradable olor a cocina. El sótano esconde los cinco salones de convenciones, lo mejor que tiene el hotel junto a los patios de luces situados a ambos extremos del edificio, únicos guiños minimalistas que identifican el estilo NH. El resto pide una urgente renovación. Los dormitorios dejan al descubierto, con el mobiliario de marquetería y las tapicerías de peso, su vocación clásica al margen de tendencias. No es que sean pequeños, que lo son, sino que su configuración desordenada y atiborrada de objetos ornamentales hace que parezcan diminutos. Los portillos de los armarios se entrecruzan incómodamente con las dobles puertas de la entrada, mientras que la silla situada junto a la mesa de trabajo impide el paso hacia la zona de butacas. El lavabo aprovecha un recodo que hay pegado al inodoro y al anacrónico bidé, mientras que la bañera habilitada como ducha apenas protege de los rociones mediante una exigua mampara. Tampoco está conseguida la insonorización de las estancias, en parte debido al déficit estructural de un edificio clásico como éste, diseñado cuando el tráfico en Vigo era casi inexistente. NH parece haber renunciado aquí a su manual de decoración. ¿Será que ya cansa lo minimalista? Frente al diseño oriental, el geometrismo de serie y la actual moda vintage, esta nueva hotelería urbana cede todo el protagonismo al factor humano.10 DORMIR Nomenclátor:Puntuación de 0 a 10Buena relación calidad / precioCEstablecimiento con encantoAEntorno ecológico 10
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  • NH PALACIO DE VIGO, un edificio de 1904 remodelado en la avenida principal de la ciudad
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  • Habitaciones con vocación clásica
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