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  • La Malcontenta era la esposa de Pere el Tigre, un hombre del que se decía nació fruto del amor entre un pastor y una sirena en noche de luna llena. Tan exigente era aquella mujer que nunca hallaba nada a su gusto, y por eso todos la conocían por ese mote. Un siglo y medio después, el hotel que yace en el mismo lugar de la fábula, frente a la playa del Castell, en Palamós, evoca desde su pulcritud arquitectónica la mansión elegante y luminosa que aquella mujer habría soñado. Tranquilidad, olor a pinos y buenas vistas. Qué mejores argumentos habría encontrado para un proyecto tan seductor el binomio que forman el empresario Lluís Camós y el interiorista Lázaro Rosa-Violán, promotores de algunos restaurantes de moda en Madrid y Barcelona -Bazaar, La Gloria de Montera, La Finca de Susana, La Polpa, La Crema Canela-, así como del hotel Banys Orientals, en Barcelona. Herencia de una vieja masía, la casa madre es la demostración palpable de que el clasicismo y la vanguardia pueden ir de la mano sin producir chirridos. Antes al contrario, Rosa-Violán sugiere que las antigüedades y los muebles aristocráticos se aprecian mejor en contraste con el minimalismo geométrico siempre que existan las condiciones idóneas de limpieza, iluminación e insonorización. Aquí se multiplican de salón en salón, de escalón a escalón, por los vericuetos románticos que abren paso a los 11 dormitorios, enormes, y a los tres bungalós del jardín. No hay pared sin la debida composición de grabados clásicos y dibujos al carboncillo. Las alfombras rusas, las lámparas orientales, las sillas, sillones, pufs y sofás de tela blanca... ¡Qué paisaje híbrido de elegancia y utilidad! Cada pieza con su chimenea decorativa, su monitor de plasma, su propio reproductor de música. Y su terraza con vistas a los montes bajos del Empordà, detrás de los cuales se intuye el mar. Un jardín cuidado La planta baja alberga una sucesión de salitas estilosas y una biblioteca panelada de madera bien surtida de libros sobre la Costa Brava. Todo fluye, sin embargo, hacia el exterior. La benignidad del clima y los cuidados extremos que recibe el jardín invitan a descubrir sus recoletos miradores o repantingarse sobre las tumbonas de rattan que pueblan sus pequeños rincones habilitados de camino hacia la piscina (hay que confesarlo: cruzada por un tendido eléctrico entre dos postes). Bajo las nubes malvas del atardecer se prenden las luces del palacete de cristal que encierra el restaurante, donde los aromas florales se funden en suculencias con el sabor de la cocina mediterránea y el sosiego de una minuta que nunca supera los 35 euros. Lástima que el desayuno, servido en una salita interior, bajo el porche de la casa o en la terraza de la habitación, sea tan corto y se muestre tan desatendido.
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  • LA MALCONTENTA, en Palamós, ambientada por el interiorista Lázaro Rosa-Violán
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  • Una masía clásica y vanguardista
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