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Miniaturas de animales, naves, personajes exóticos y juegos de té, además de copas, espadas, joyeros o relojes musicales. La ciudad alemana de Dresde despliega de nuevo las maravillas de la tesorería de los reyes sajones. El más productivo de ellos, Augusto II el Fuerte (1670-1733), juguetón y amante de pomposas fiestas, coleccionó y encargó todo tipo de joyas y curiosidades. Ahora, 3.000 de estas piezas han regresado a su hogar original, la antigua Grünes Gewölbe (Cámara Verde) -cuya apertura al público estaba prevista para ayer, 15 de septiembre-, que se ha reconstruido en los últimos años. La expectación por ver la colección ha hecho que desde febrero se hayan vendido anticipadamente más de 40.000 entradas. La visita se completa con otras 1.000 piezas que ya se exhibían en la nueva Grünes Gewölbe, la sala moderna que en dos años ha recibido más de un millón de visitantes.
Ambas cámaras se encuentran en el Residenzschloss, el castillo real, que fue bombardeado al final de la II Guerra Mundial, quedando la antigua cámara destruida. Por suerte, el tesoro se sacó de ahí un par de semanas antes y pudo salvarse.
En total, 10 salas muestran hoy la más impresionante cara del barroco alemán, que se sirvió de lo más exquisito de las artes de otros países europeos utilizando como materia prima piedras preciosas, marfil, nácar, oro, plata, bronce y muchos otros materiales valiosos. Una de las obras más atractivas es una maqueta de la corte de un príncipe oriental que alcanza el tamaño de una gran mesa y que da la impresión de ser una casita de muñecas para adultos. Vitrinas, mesas, suelos de mármol lustrado, techos pintados o espejos venecianos completan el espectacular despliegue barroco.
El museo limita la entrada de visitantes a 100 por hora. Se recomienda reservar las entradas o acudir pronto a la taquilla para conseguir alguna de las que se venden cada día.
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