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  • Munch, Warhol, Gary Hill, Gottlieb. Entregada al bienestar de una temperatura deliciosa, la capital balear, además de consolidarse como imán turístico, se erige esencial en lo que hace a las artes plásticas. Los turistas la eligen por culta y ella le pone al otoño-invierno su mejor cara. El resto de las islas Baleares, punteras en verano, no puede por menos que inclinar la cerviz ante la pluralidad y dinamismo por el que atraviese la ciudad. Súmese un entorno de hoteles en edificios singulares, tiendas, animados locales de copas; sin hablar de hornos, cafeterías con encanto, y el Palma Aquarium, que se inaugurará en primavera. La capital reina fuera de temporada, y pasajes en avión desde la Península por 80 euros, en aerolínea convencional, acaban por espolear al más remiso. 1 El taller de Miró Por razones no tanto de luminosidad cuanto de espacio, Miró, tan vinculado a la isla de la calma desde su niñez, siempre soñó con "un gran atelier". A su amigo Josep Lluís Sert, el arquitecto español más influyente después de Gaudí, le encomendó el prodigio de arquitectura bipolar que hoy constituye su estudio, en el que conviven el blanco y las líneas rectas del movimiento moderno con las piedras y baldosas que atribuye la tradición. El atelier, situado dentro de la Fundació Pilar i Joan Miró, acaba de cumplir 50 años, lo que se convierte en trasunto temático de la exposición Miró-Sert: la construcción de una amistad, que abrirá sus puertas el 16 de diciembre. Hasta el día 10 cuelgan de los muros del soberbio edificio expositivo, proyectado por Rafael Moneo, esculturas de Adolph Gottlieb. 2 Bellver, visita al castillo Sobreponiéndose a los pinares, la redondeada efigie del castillo de Bellver asoma con una gravidez soberbia. Dos sábados al mes (cita previa en el 971 73 06 57), la torre del homenaje abre sus mazmorras y un audiovisual recrea la vida de los presos. 3 Homenaje a Andy Warhol Lienzos de muralla renacentista dan cabida en Es Baluard a obras de arte vinculadas de alguna manera con el archipiélago. Entre el 1 y el 13 del mes que viene, las salas temporales presentan del gurú del pop-art, Andy Warhol, piezas originales como las inspiradas en Marilyn Monroe o Liza Minnelli. En realidad es un homenaje adelantado al 20º aniversario de su muerte, en 1987. Sentarse en la terraza del bar es encontrar una panorámica oxigenante sobre la bahía. Un detalle interesante: las audioguías se incluyen en el precio de la entrada. 4 El tormento de Munch Hasta el 7 de enero, la cita con la Fundació La Caixa resulta ineludible por cuanto brinda una ocasión única de sumergirse en el atormentado expresionismo de Edvard Munch. De no haberse programado con anterioridad al robo en 2004 de El grito y la Madonna (recuperados hace un mes), la colaboración del Museo Munch de Oslo hubiera sido de todo punto impensable. La selección del noruego sublime consta de 63 obras, 20 de ellas pinturas y el resto dibujos y grabados. El continente de la muestra no es otro que el Gran Hotel modernista salido de la cabeza de Domènech i Montaner, edificio que es cosa de verse iluminado por la noche. 5 De las fiestas a Tinguely Lo monumental provoca lo monumental. La refinada arquitectura gótica civil de la lonja no tiene equivalente en las Baleares. Hasta el 26 de enero acompañarán al columnario, en forma de palmeras, escenografías y paneles explicativos de 250 fiestas populares de las islas. Por su parte, el centro cultural Sa Nostra prepara la exhibición de obras surgidas de La utopía cinética, con ilusiones ópticas de Vassarely o Tinguely. 6 Galerías y ferias Entre el abanico de opciones de esta explosión de artes plásticas hay que añadir la treintena de galerías de arte, así como los centros culturales. Entre éstos, el Espai Ramon Llull, que acoge hasta el 8 enero una selección fotográfica de Palma (1931-1936). Diciembre también es un mes agraciado para el turismo ferial, puesto que del 2 al 10 se celebrará Baleart, la Feria de Artesanía de las Baleares. 7 Estreno en la catedral Miquel Barceló ha añadido su nombre al de Gaudí en la catedral. Y ya se especula con la gran fiesta que tendrá lugar previsiblemente en febrero, cuando caiga el negro telón que oculta la capilla del Santíssim. El tormento y el éxtasis. Por fin, tras muchas dilaciones, se desvelará la interpretación fantástica en terracota que el de Felanitx alumbró en torno al milagro de los panes y los peces. 8 El palacete de Joan March Como es conocido, el apellido March está asociado al mecenazgo. Se cuenta que Joan March fue rechazado como socio del Círculo Mallorquín. Despechado, mandó levantar a su costado el palacete historicista que hoy alberga el Palau March Museu. En el exterior, las esculturas de Gargallo, Rodin y Moore; dentro, el regio belén napolitano. Tan miméticos en la exactitud son los detalles belenísticos, que se ha tomado como fuente antropológica del siglo XVIII. En la misma sede del Museu d'Art Espanyol Contemporani, la Fundació Juan March rinde homenaje a las Imágenes de luz de Gary Hill. Todo un acontecimiento. Hill forma parte destacada de una generación de videoartistas, alterna en sus propuestas imágenes electrónicas y palabras, en este caso de Heidegger. 9 ¿'Cappuccino' o chocolate? En la misma calle de la fundación, Sant Miquel, la estupenda red mallorquina de cafeterías Cappuccino sirve en el patio de un palacio dieciochesco mocachinos (café con bola de helado de chocolate) y tartas de merengue y limón. Chocolaterías como la de Can Joan de S'Aigo (Can Sanç, 10; cierra los martes), de una antigüedad y decoración venerables, forman parte de la historia y vida de Ciutat, como les gusta a los palmesanos referirse a su patria chica. El mural y la lámpara de Gordiola generan en el viandante una sensación placentera, que se ve acrecentada mojando ensaimadas y paladeando quartos embatumats (merengue sobre una base de bizcocho y recubierto de una fina capa de chocolate). 10 Patios y esculturas En el casco histórico persiste una fuerte sensación de vida pasada que trata de sobrevivir. Lo que respetaron las guerras constituye hoy un muestrario sorprendente de palacios con patios sublimes y callejuelas sin encintado de aceras, pero con aldabas para golpear a caballo. Y no sólo luce el sabor medieval en las fachadas. Según el cronista de la ciudad, Bartolomé Bestard, "en Palma, aún hoy día, quedan casas del antiguo patriciado urbano en las que uno puede seguir la descripción de su interior mediante inventarios notariales del siglo XVII, y es que en esas estancias parece que el tiempo no haya transcurrido". Los baños árabes, el Museu de Mallorca, el palacio de la Almudaina, patios de la talla de Can Oleza (Morey, 9) o Can Sureda (Savellà, 4). También la judería de los xuetas que noveló Carme Riera en las páginas de En el último azul. O el Ayuntamiento, con el banco pétreo bautizado Sino fos... (Si no fuera por...), expresión con la que los jubilados que lo disfrutan encabezan invariablemente sus frases. Las ubicuas esculturas son también elementos señalizadores de la trama urbana. Así, el Monument de Miró y la Nancy de su amigo Calder. Su marco, el Huerto del rey, que ejerce también como digno escenario del Hondero balear, rememorando las guerras púnicas, cuando los honderos se alistaban como mercenarios por su destreza en agujerear barcos. 11 Compras y paseos Quien desee ejercitar el shopping puede dirigir sus pasos a la calle Gerrería, donde se concentran tiendas especializadas en artesanía. Mercadillos navideños se instalan el próximo día 16 en la plaza Mayor y en la plaza de España. No tanto las fotografías cuanto ir a una ensaimada pegado es el signo de haber viajado a Palma. Numerosos hornos se encargan de propagar el culto a la pasta enrollada y azucarada, y en todos muestran su regocijo al saber que tanto ensaimadas como sobrasadas han sido indultadas de la lista negra del equipaje de mano en los aviones. Las ensaimadas rellenas del Forn dels Paners (Bonaire, 4) son de máxima calidad. Despedimos la zona histórica empuñando un helado -de algarroba, de higos...- de una gelatería, Can Miquel (Sant Jaume III, 6), de referencia internacional. El mar adquiere en otoño tonos sugerentes, cuando no rebeldes. En cuanto sopla el poniente, nada como dirigirse a Ca'n Pastilla para ver en la playa de Palma a los windsurfistas y kitesurfistas tratando de dominar sus tablas sobre olas de derecha. 12 Noches refrescantes La oferta es totalmente diversa, también por la noche. Del Jazz Voyeur (Apuntadors, 5) a El Garito, en la dársena de Can Barbará, plató de El verdugo de Berlanga. En este café-club suena música minimal y tecno de Detroit los jueves, clásicos del house y disco los viernes, y sesiones de dj's internacionales los sábados. Sin duda, Cultura Club (paseo Marítimo, 28) se ha revelado como el local indie y multidisciplinar por excelencia. En su programación incorpora, por ejemplo, conciertos acústicos o semielectrónicos los jueves y sábados. La noche puede seguirse con un puntito canalla en el bar Flexas (Llotgeta, 12), cuya socia, La Terremoto de Alcorcón, garantiza petardeo con pedigrí.
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  • La ciudad balear invita a vivir un vibrante y cálido invierno cultural
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  • La otra temporada alta de Palma
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