PropertyValue
opmo:account
opmo:content
  • Al pie de la sierra del Montsec, donde los condes de Urgell hicieron latir los predios frutales de Balaguer durante la Edad Media, se yergue, anónimo, el monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes. Fundado en el siglo XII alrededor de un claustro de estilo románico y adosado a una iglesia gótica de transición, aquí se supone que fueron enterrados los influyentes condes urgeletanos, si bien sus verdaderos sepulcros se conservan hoy en el Museo The Cloisters de Nueva York. Desde 1910 lo regenta una hospitalaria comunidad marista que, seguidora de la tradición monástica, acoge a los cada día más numerosos viajeros del interior leridano en unas instalaciones más próximas a las de un hotel de cierta categoría que a las de una hospedería conventual. Y es que, para bien o para mal, la última restauración del edificio ha modernizado su utilitas a costa de eliminar parte del encanto original. La recepción comparte ahora espacio con un bazar de productos artesanos en el que no faltan libros sobre cómo vivir en santidad, manuales de catecismo pos-Ripalda y otras menudencias menos espirituales como el aceite de Os de Balaguer y el vino elaborado en la zona con el nihil obstat del monasterio. Los suelos de baldosa han sido sustituidos por parqué, y la escalera modernista, por otra más impersonal. Quienes se encargan de la atención a los huéspedes no se caracterizan por el don de la ubicuidad, pero al hacerse presentes derrochan enseguida amabilidad, paciencia y mucha diligencia. Sin grandes lujos, este monestir supone una opción angelical para los viajes en familia de carácter cultural. Lo frecuentan, además, grupos juveniles de remozada catequesis cristiana y nostálgicos de aquel Viva la Gente. Silencio Un claustro románico muy intervenido distribuye las estancias con servidumbre de paso al refectorio, a la sala capitular y a algunas dependencias utilizadas por la comunidad marista. Los horarios, si no estrictos, son de recomendable cumplimiento, así como las normas de silencio y observancia religiosa de los lugares de culto. Austeras, que no incómodas, las habitaciones disponen de dos camas de 0,80 metros, una mesa de trabajo, dos sillas frailunas y un cuarto de baño cartujo. Nada de televisor ni de dispensador de bebidas. Si acaso, un guiño de frivolidad hotelera en el mamparo retroiluminado que separa el baño de la alcoba. A guisa de vidriera catedralicia, sirve de hornacina a un motivo floral de evocación mariana y a una cruz minimalista sobre el ariete de ladrillo visto. Todas las habitaciones están dedicadas a la memoria de un hermano: Guillem Prior, Pere Prior, Bertrand Prior, Arnal del Monte Prior, Guillem García Abat, Berengari Abat, Bernat de Narbona, Bernat de Portela, Sunfred... Egregias figuras de la congregación marista cuya espiritualidad comparten hoy los viajeros que eligen ser huéspedes de este retiro al pie de las montañas leridanas.
sioc:created_at
  • 20070106
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
geo:location
opmopviajero:longit
  • 653
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 15
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20070106elpvialbv_8/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:refersTo
opmopviajero:subtitle
  • MONESTIR DE LES AVELLANES, una hospedería en torno a un claustro románico
sioc:title
  • Retiro en la sierra del Montsec
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all