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En la familia de la presentadora de Espejo público (Antena 3) hay auténtica devoción por la India.
Explique esa pasión.
Yo soy la pequeña de siete, y todos mis hermanos, que fueron muy hippies, han pasado por la India. Uno de ellos se quedó tan fascinado que estuvo viviendo años en un barco flotante en Srinagar.
¿Cuándo le tocó a usted?
Hace 10 años. Recorrí el norte con mi marido, en plan mochileros. Empezamos por Varanasi, pero era tal el calor que acabamos metiéndonos en Nepal, hasta Katmandú. Conseguimos un permiso para viajar a zonas conflictivas de la frontera con China, una zona de carreteras inhóspitas, en pleno Himalaya.
¿Llegaron a zonas remotas?
Había sitios donde los niños se asustaban al vernos.
Todo viaje a la India tiene incidentes.
Por un desprendimiento en la carretera nos quedamos tres días colgados en un pueblo en plena montaña. Tuvimos que montar la tienda de campaña en el patio del colegio.
Y ha vuelto una vez más.
Sí, pero esta vez fuimos a Kerala, en el sur. Me recuerda Vietnam o Tailandia por los palmerales, los cultivos de arroz y su gente, mucho más relajada.
Es un viaje más placentero.
Sí, pero el norte es tan rico en contrastes que es una maravilla. Son como dos países distintos. Pero es cierto que en el sur me desquité. Dormimos en hoteles con encanto, palacios antiguos y casas coloniales.
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