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  • La escasez de nieve durante los dos primeros meses de la temporada de esquí en Formigal, como en el resto de los Pirineos, no ha impedido que este hotel de la cadena Meliá luciera su palmito de chico nuevo. Situado en el barrio alto de la urbanización oscense, a 1.700 metros de altitud, inicia con las precipitaciones de esta última semana su segundo año de vida a buen rendimiento; ni tan familiar como su vecino Villa de Sallent ni tan lujoso como su homólogo de cadena, el Royal Tanau Boutique de Baqueira. El edificio tiene planta de cuña orientada hacia el pico de la Foratata, algo trivial en su definición, tópico en su resolución (fachada tapizada de piedra) y funcional en exceso para lo apetecido en un hotel de montaña. Bajo la cubierta de pizarra se ensamblan tres pisos chaparros, un atrio de cinco plantas muy enclaustrado, un restaurante de estilo impersonal, ambientado como una sala de hospital, así como un vestíbulo algo desabrido y peor iluminado en el que cuesta trabajo orientarse o reconocer la lógica de sus instalaciones. En un recodo aparece el salón de estar, presidido por un monitor de plasma de 60 pulgadas. Detrás, la sala de juegos se convierte por las tardes en un sitio ruidoso: no hay quien lea ni vea la tele. Enfrente, el pub añade color a la noche invernal. En el límite del supuesto encanto de la montaña, este Meliá ofrece, sin embargo, ciertos alicientes para un turismo familiar capaz de sacrificar diseño en favor de comodidad. Los niños campan por todo el hotel sin tener a los padres en guardia. El servicio es atento con la chiquillería y no falta una niñera en las horas punta o una cuidadora en el miniclub habilitado al efecto. A la oferta de ocio se suma una área termal dotada de gimnasio, baño turco, bañera de hidromasaje, piscina climatizada con chorros y varias cabinas de masajes. Carta de almohadas Las habitaciones secundan esta vocación parental con una panoplia de detalles mayor que la de otros hoteles en Formigal: espejos de cuerpo entero, armarios de gran tamaño, carta de almohadas, ducha de caudal potente, albornoz con un fluorescente origami en sus solapas y 30 canales en pantalla LCD de 30 pulgadas. Mejores señuelos que la visión dispensada, en su mayoría, por el marco de las ventanas: el edificio y sus lucanas se hacen omnipresentes en cualquier panorámica de las cumbres. Lo que sí seduce en una urbanización cuyos alojamientos distan dos kilómetros de las pistas es el transporte gratuito en furgoneta que brinda el hotel. Con él se puede salir ya calzado con las botas rígidas dispuesto a disfrutar de la nieve. Que Formigal ya es, desde esta temporada, la estación invernal más extensa de España.
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  • MELIÁ ALTO ARAGÓN, un hotel familiar en el núcleo residencial de Formigal
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  • A esquiar y descansar con los niños
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