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  • El arco iris aparece siempre por el lado opuesto por donde asoma el sol. Al atardecer dibuja una pérgola sobre los flancos del valle de Atxondo, en el Duranguesado vizcaíno, que pone umbral a la fachada de dos caseríos gemelos del siglo XVIII, Mendi Bekoa y Mendi Goikoa. El de arriba y el de abajo. O "donde el silencio se oye" y "donde el silencio duerme". Porque el silencio aquí se hace dueño absoluto de la vida, de día y de noche, bajo el chirimiri de los montes. Goikoa, de piedra rosa, entrada porticada y tejado a dos aguas, es como las posadas de antes. Su interior permanece en una mágica semipenumbra, salvo el porche acristalado, que sirve de escenario a los desayunos, mirador privilegiado sobre un valle charol de horizontes espesos y soledad bucólica, indemne todavía a la fiebre inmobiliaria. En las mesas, de madera maciza, el café humeante. El caserío inspira tranquilidad y gozo ganadero. Portones enanos, ventanucos, entramados de viguería, ladrillo añejo a la vista... Visillos de encaje en los cristales, colchas con puntillas, blondas y volantes, tapetes hogareños, sábanas y toallas bordadas a mano... Una piedra de molino aquí, un arado en desuso allá. Una docena apretada de habitaciones se reparten las dos plantas y el bajo cubierta de la posada. Muy someras, pero preciosas. Apenas cabe la cama, un armario y una mesa camilla, pero el hueco a la vista del antiguo forjado les hace ganar a algunas volumen y cierto efectismo visual. Lástima que por evitar el crujido de los suelos la moqueta adherida dé tanta impresión de suciedad. Tampoco el cuarto de baño resiste una inspección ocular sobre la grifería de bronce y los sanitarios, gastados por el uso. El agua de la ducha se filtra por las juntas. Ya toca reemplazar la mampara e incluso los colchones de la alcoba. Claro que ningún capricho hotelero puede sustituir la espiritualidad casariega de estos muros, ni el olor a chimenea encendida de estas estancias, ni las vistas que regalan sus ventanales abiertos al valle, bajo la silueta totémica del monte Anboto. En especial desde la habitación número 4, la única con balcón, escenario de un inolvidable anuncio televisivo sobre los encantos de la vida en el campo.
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  • MENDI GOIKOA, en el vizcaíno valle de Atxondo
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  • El silencio durmiente
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