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  • No las damas, amor, no gentilezas / de caballeros canto enamorados; / ni las muestras, regalos ni ternezas / de amorosos afectos y cuidados; / mas el valor, los hechos, las proezas / de aquellos españoles esforzados, / que a la cerviz de Arauco, no domada, / pusieron duro yugo por la espada". Si estos versos con los que se inicia La Araucana no fueron escritos en Uclés, algo en el aire nos dice que el sueño americano de Alonso de Ercilla y Zúñiga bien pudo haberse alimentado aquí, en la casa palacio de los Fernández y Contreras, donde el poeta permaneció de 1574 a 1577 para armarse caballero de la Orden de Santiago. Nos lo sugiere el relieve herreriano de su fachada, iluminada con cierto artificio para atraer de noche a los paseantes deseosos de sacarse una foto delante de sus volutas, jambas marmóreas y frontispicio con medallón nobiliario. Valores suficientes con los que sellar la reconversión de un monumento fechado en 1546 en hospedería de lustre y encanto, hito imprescindible de un viaje por las tierras aún incógnitas de la provincia de Cuenca. Piedra, adobe y madera. Hierro de forja y gres. ¿Qué pinta entonces la tarima flotante, el mobiliario de remedo? Todo orbita alrededor de un viejo patio castellano que, sin embargo, no protagoniza la vida diaria del hotel, salvo como fondo escénico del restaurante, cerrado de domingo a miércoles. En invierno, las noches transcurren sin nombre en un ambiente muy desangelado que ayuda al ahorro energético, pero no invita a quedarse. Hay que esperar a la primavera, cuando el jardín trasero entra en sazón y la piscina se pone en funcionamiento. Más funcional que histórico Más piedra, más adobe, más madera. Y una bodega excavada en la tierra con varias tinas de alfar que harán las delicias de los aficionados al vino y a la fotografía..., si no fuera porque las botellas envejecidas por el moho del tiempo están vacías, como si la cueva no mereciera mayor interés que el museístico. Igual de desconcertantes, los dormitorios desdicen el carácter histórico de la casa. En aras de lo funcional, se han sacrificado los vestigios de otras épocas, reemplazados por muebles supuestamente castellanos, como los que suministraba Artespaña a los paradores nacionales: portones remedados de cuadrantes, viguería falsa a la vista y el colmo de lo cursi y recargado: dos arcones con tablero de vidrio utilizados como soportes de una mesilla de noche. Junto a ello, la tapicería ofrece una imagen sobria y las camas gozan de buen confort. Igual que los cuartos de baño, muy limpios y repletos de detalles que otros hoteles de más categoría no se atreverían a regalar. Las vistas privilegiadas tienen aquí una lectura interior. Como la que ofrece Los Baúles, una estancia amplia y elegante flanqueada por una larga galería acristalada que mira al patio angular del palacio. El silencio histórico de Uclés multiplica el descanso hasta bien entrada la mañana.
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  • CASA PALACIO, una construcción de alcurnia en la monástica villa de Uclés
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  • En torno a un viejo patio castellano
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