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Primero el vino y luego la bodega, así se han planteado las cosas un cirujano de prestigio (Javier Martínez Salmean), un industrial exitoso (J. A. Intxausti) y un viticultor bodeguero que se las sabe todas (Florentino Martínez, Luberri). No es mala forma de empezar. Sobre todo si se cuenta con excelentes viñedos de tempranillo con años a sus espaldas. Luego vendrá la bodega, nacida con vocación hotelera, en un edificio del siglo XVII. Todo en el centro de Elciego, pueblo alavés llamado a convertirse, si no lo es ya, en foco turístico gracias al edificio de Frank Gehry para Marqués de Riscal.
Así las cosas, han lanzado su primer tinto de gama alta, que se beneficia de la bondad de la materia prima y de una larga crianza en barricas de roble francés. Como era de esperar, tiene una gran carga frutal que, sin embargo, todavía se ve encorsetada por la madera, demasiado omnipresente. Pero puede apreciarse ya la complejidad y riqueza aromática que se está gestando en la botella. Carnoso, concentrado, tánico y maduro, es una hermosa promesa que, como todo gran rioja, pide tiempo y paciencia.
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