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Abren a primeras horas de la mañana sirviendo desayunos, y cierran antes de la medianoche con las últimas copas. A mediodía dan aperitivos, y, por supuesto, comidas y cenas. La concurrencia se la ganan a pulso sirviendo tapas y raciones de calidad con arreglo a una larga carta de especialidades de precios ajustados. El secreto reside en la profesionalidad de sus artífices, en la habilidad de dos jóvenes que han trabajado con el tres estrellas catalán Santi Santamaría. En la cocina, Toni Simoes, de 24 años, y en la sala, Rubén González. Entre ambos manejan el negocio a sus anchas.
A pie de barra, montaditos de tortilla de patatas (1,50 euros); morcilla de Burgos con pimientos (2); tortilla de bacalao y cebolla (1,80); bacalao a la vizcaína (2) y un largo etcétera. Y en las mesitas que se alinean junto a la barra, especialidades divertidas que adoptan la forma de tapas-raciones y se degustan con cuchillo, tenedor o cuchara. En realidad se trata de medias raciones de lo que sea, desde unos callos como cap i pota (6), hasta unos huevos fritos con trufa negra rallada (11). Los refinamientos de la casa se manifiestan en la belleza de algunas presentaciones, como las verduritas a la plancha (3), o en la nobleza de sus materias primas, como los calamarcitos que acompañan el arroz negro (8,50). Lástima que en este caso se trate de un arroz precocido que no se impregna del espléndido sabor del guiso. En el largo listado figuran patatas bravas (3,50), rabo de toro estofado (5,50) o calamares a la plancha (4,80). La relación se hace interminable. Y para concluir, un surtido de quesos de calidad bien afinados. Y para beber, un listado de vinos a la última con marcas elegidas con criterio, todas ellas a precios razonables.
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