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  • Al igual que ocurre con Finisterre, dirigirse al cabo Peñas tiene una cualidad de senda iniciática. Es, con diferencia, el cabo mejor señalizado de la costa española: rara es la encrucijada en 15 kilómetros a la redonda que no dé razón de su existencia. Abundantes son los atractivos que lo jalonan y uno parece no querer llegar nunca, parafraseando a Kavafis, al elemento geográfico litoral más representativo de Asturias. De hecho, pocos concellus (concejos) asturianos pueden, como La Puebla de Gozón, presumir de una costa tan larga -42 kilómetros- como fecunda para el excursionista más inquieto. Luanco, capital gozoniega, es uno de los puntos de partida. Detrás de la playa de la Ribera se halla el importante Museo Marítimo de Asturias, en donde se exhiben gran variedad de artes de pesca, elementos de la tradición naval, recreaciones de la época de la vela y un mundo de sextantes y catalejos. El casco histórico luanquino (siglos XVII y XVIII) es un trozo de historia que se desparrama por la calle de la Riba y la plaza de la Baragaña, reconocible por la imponente torre del reloj. La oferta cultural la protagonizan los viernes de agosto las noches de velas y estrellas, cuando la torre se convierte en una gigantesca palmatoria. La noche del día 14 -el próximo martes-, todo el casco antiguo celebra el festival de disfraces. A partir de la punta de la Vaca y hasta el faro de Nieva se extiende el paisaje protegido Cabo Peñas, uno de los paraísos naturales estrellas del Principado. Bañugues es una playa indicada para los niños. De allí se salta a las minas de hierro de Llumeres, explotadas ya por los romanos. El confín astur del cabo Peñas se presenta puro, abrumador por sus dimensiones, signando el extremo de una llanura permanentemente verde consecuencia de la regresión del Cantábrico. Faros reconvertidos en hoteles La reconversión de las viviendas de los fareros en museos, hoteles o restaurantes es una tendencia imparable en el litoral español. Uno de los primeros frutos fue el Centro de Interpretación del Medio Marino de Cabo Peñas (657 09 86 17; entrada: 1 euro), que hace las veces también de oficina de turismo. La cabeza de un enorme marrajo de cartón nos introduce en los distintos ecosistemas marinos y faros, sin olvidar la vívida recreación de una galerna. En el exterior se han vallado los ciclópeos acantilados de 100 metros de altura, que ganan plasticidad con la isla Erbosa, hábitat del paíño, y con la proa rocosa de La Gaviera, que divide imaginariamente Asturias en oriente y occidente. Nos encontramos cinco kilómetros océano adentro, lo que explica el paso de aves y cetáceos. Durante estas fechan son visibles delfines y calderones. Además de los catalejos, se alquilan prismáticos (1 euro). Medio centenar de perceberos viven de este acantilado, por el que suele navegar el velero Rillón (626 91 65 09; www.costacantabrico.com). Esta empresa organiza asimismo jornadas de buceo. Un consejo: esperar el crepúsculo ojo avizor al faro, pequeño alarde de sobria y práctica monumentalidad. El arranque, dubitativo, del haz luminoso es un instante feliz para aquellos viajeros que coleccionan momentos antes que paisajes. Arranca aquí el tramo de Senda Norte que se estira 16 kilómetros hasta el faro de Nieva. Uno de los tramos más apetecibles es el que conduce desde Peñas a Verdicio en una hora. Paisajes y gastronomía Aquí no se viene buscando el calor, sino paisajes y gastronomía; se impone, por tanto, las mañanas de los días 14, 15 y 16 de agosto, acercarse a la fiesta de prao que organiza Ferrero y que tendrá como protagonista al chipirón: a la plancha o en su tinta. En Verdicio no existe sensación más gratificante que visitar sus tres playucas que segmentan la línea de costa mediante roquedos baqueteados por un oleaje generalmente impetuoso, garantía de arenas limpias. Al ser predominantes en verano los vientos de noreste, su contraria orientación es garantía de solaz. Tenrero es la única playa accesible en coche; Carriciega se alcanza a pie desde aquélla después de esquivar dunas lingüiformes y remontantes, en tanto que para alcanzar las naturistas Aguilera y Aguilerina es preciso dar un rodeo con el coche. Gozón es el único Ayuntamiento de la costa asturiana que no se ve atravesado por el Camino de Santiago costero, lo que se traduce en un parco catálogo de bienes monumentales. Ello no impide vestigios de arquitectura románica rural como la iglesia de San Jorge de Manzaneda. De camino pasaremos por el palacio de la Riva, cuya torre se eleva en uno de los laterales. Camino de Avilés, a la altura de San Martín de Podes, surge un pequeño desvío a Puerto Llampero, aparentemente anodino, pero que cobija una sidrería -Molín del Puerto- que ha contribuido grandemente a ilustrar el cartel de tipismos con que Asturias se anuncia en el exterior. Mantiene el antiguo molino el escenario de chigre, con la canaleta de agua refrescando las botellas. Como el propio nombre del fondeadero indica, su especialidad son las lapas. Cierra los lunes y en octubre. ¿Quién se acuerda en el impresionante cordón dunar de Xagó de la concentración urbana de la zona central de Asturias? Nadie. Menos aún los surfistas que coleccionan las mejores olas. Un paraje perfecto para comprobar el nacimiento y desarrollo de las dunas. Y nada como recorrer sus acantilados a caballo (985 51 11 36; www.gozonpaseosacaballo.com) y rematar la cabalgada en el Molín.
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  • 42 kilómetros de costa dan mucho juego en el cabo Peñas
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  • La fiesta del chipirón
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