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Conseguir el automóvil cien por cien limpio y seguro sigue siendo un gran desafío, pero está dejando de ser una utopía. Un modelo de los años setenta contamina más que cien actuales, y con la normativa Euro 5, prevista para 2009, la diferencia crecerá aún más. El reto es lograr que las emisiones globales del automóvil (el 12%, o el 20%, si se considera todo el sector transporte) se estabilicen e incluso bajen, a pesar del enorme aumento del parque automovilístico que se producirá en países como India y China. Pero como no hay varitas mágicas, la mejora se logrará paso a paso. A corto plazo se generalizarán los dispositivos de arranque y parada Start & Stop, que calan el motor en los atascos para no contaminar. Y la tecnología minihíbrida, que recupera la energía de los frenos para alimentar los accesorios (climatizador, elevalunas...) y reducir el trabajo del alternador y el consumo del motor. Habrá inyecciones más eficientes de gasolina y diésel, y una mayor flexibilidad para usar diferentes combustibles, como el gas natural, el etanol y hasta algunos sintéticos procedentes de la biomasa y otras fuentes. Y llegarán los híbridos diésel, que gastarán en torno a tres litros.
Muchas de estas tecnologías están ya listas, pero como elevan el precio de los coches, no tienen demanda. Sin embargo, los Gobiernos parecen decididos a ofrecer apoyos fiscales a los modelos limpios, la clave de su popularización.
El desarrollo acelerado de la electrónica está permitiendo avanzar más rápido hacia el coche sensible y la conducción automatizada. Los radares antichoque de Bosch, que detectan los obstáculos por el calor y frenan solos, añaden ahora cámaras de vídeo para poder ver objetos sin vida. El siguiente paso, ya casi a punto, es lograr que lean las líneas del asfalto y con la ayuda del GPS puedan ver las curvas, para anticiparse a las situaciones de peligro. Y es que pronto todos los sistemas de seguridad actuarán coordinados para reducir los riesgos de accidente..
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