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  • El inicio tardío de la vendimia en La Rioja augura una temporada más amplia para el turismo enológico. Las bodegas se disponen a recibir los nuevos mostos, y algunas como Puelles, a toda una legión de visitantes ávida por asistir al proceso de vinificación casi desde la cama, con vistas al viñedo en sazón. Tras varias generaciones de cosecheros a granel, los hermanos Jesús y Félix Puelles han reconvertido estas instalaciones en un próspero negocio de viticultura ecológica y hostelería dedicada al mundo del vino. La sala de barricas conserva el sabor antañón de la bodega que edificaron sus tatarabuelos en 1844, junto a un molino hidráulico del siglo XVII que da hoy nombre a una de sus marcas más reconocidas: El Molino de Puelles. Es la verdadera zona noble del complejo. A un costado, la casa madre se eleva entre las ringleras de vides con cuatro torreones macizos cuya pretendida nobleza ha quedado desdibujada por un remiendo arquitectónico ampuloso. Dos perros dóciles salen al encuentro del viajero, embelesado por el paisaje de bosque y montaña que enmarca la bodega. La recepción oficia también como tienda de vinos y cosmética para la vinoterapia, un espacio funcional en el que Jesús Puelles organiza a diario una cata de sus mejores cosechas. En la planta superior se alinean hacia el bosque y el viñedo las seis únicas habitaciones de la hospedería. Sus generosas dimensiones aseguran una estancia confortable, a pesar de la mala insonorización de los tabiques y su caprichoso plan de iluminación: suave en el ámbito de la mesa de trabajo, deslumbrante en el que secunda las camas (los apliques de los cabeceros no pueden ser más estrambóticos). Cena y desayuno No existe restaurante en la bodega. Los huéspedes se ven obligados a recorrer en coche la carretera de Labastida a Laguardia en busca de un sitio para cenar. ¿Tal vez el Palacio de Samaniego? ¿O la Posada Mayor de Migueloa? Los únicos espacios en la casa destinados al esparcimiento de la clientela son un salón patricio embarullado de objetos personales, un mini-spa con piscina de agua caliente y un pequeño comedor de desayunos. Respecto a la primera colación del día, justo es de reconocer lo bien atendida que está por el propietario de la bodega, capaz de resolver con una amena conversación el menguado surtido de la propuesta. A Jesús Puelles no se le caen los anillos por exprimir al instante un zumo de naranjas ni por freírle unos huevos al huésped, previa visita comentada a la bodega. Por descontado, la calidad de sus vinos está a la altura de su entusiasmo de anfitrión.
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  • 20071013
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  • BODEGAS PUELLES, en Ábalos (La Rioja), turismo enológico en un paisaje de bosque y montaña
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  • Seis habitaciones entre ringleras de vides
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