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  • Que las multinacionales hoteleras no acaban de implantarse en España es una realidad objeto de estudio en las escuelas de turismo. Será porque no están a la altura de lo que se espera de ellas, o quizá porque sus competidoras españolas les resulten un hueso duro de roer, como sucede en Benidorm y su satélite Terra Mítica, aún a medio construir. El complejo urbanístico de playa y golf Real de Faula está siendo un purgatorio para el grupo estadounidense Starwood, que, a través de sus marcas Westin y Sheraton, gestiona dos hoteleros insólitamente adscritos al turismo de gran lujo cuando ni por ubicación ni por tarifas merecerían tan alta consideración. En medio de un erial de 160 hectáreas frente al mar, a tres minutos de la autopista AP-7, el nuevo resort adopta el modelo Disney de recreación arquitectónica de un pueblo de la costa valenciana con sus casas, plazas, iglesias, torreones, ramblas y hasta una playa artificial de arena blanca atiborrada de sombrillas y hamacas. La propuesta no puede ser más colosal ni más sofisticada, al gusto quizá de promotores como Butragueño, Aspar o Emilio Sánchez Vicario, participantes junto a otros inversores inmobiliarios en el accionariado del golf que firma el equipo de Jack Nicklaus. El hotel Westin, concebido inicialmente para una clientela más selecta que el Sheraton, sitúa sus 224 habitaciones en un edificio racional con vistas al green y al enjambre urbanístico de Benidorm como telón de fondo. La mayoría supera los 40 metros cuadrados y permite el disfrute de unas heavenly beds (camas celestiales) diseñadas especialmente para la cadena norteamericana. Con un grosor de colchón notable y una ergonomía favorecida por distintos materiales de última generación, resultan, efectivamente, muy cómodas. Otra cosa son las instalaciones comunes, desperdigadas por el complejo, atendidas por un personal escaso, a veces cerradas al público y, como sucede en el restaurante oriental, disociadas de la gestión del hotel, lo que obliga a llevar siempre la cartera encima, pues la factura no se carga en cuenta. Y qué decir de las instalaciones termales, inscritas en el apelativo oficial del hotel (The Westin Real de Faula Golf Resort & Spa) y en estado permanente de obras con sus andamios a la vista junto a la entrada principal. Westin estudia retirar su nombre del complejo antes de que la imagen de marca se resienta. Entretanto, los aficionados al golf pueden seguir practicando su swing a pie de cama; las familias, solazarse al sol mediterráneo incluso en invierno, y los melómanos, asistir al concierto de jazz que cada noche se celebra en la explanada que separa los hoteles Westin y Sheraton, dos en uno.
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  • WESTIN REAL DE FAULA, un 'resort' en forma de pueblo turístico junto a Terra Mítica
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  • Dos hoteles al precio de uno
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