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  • El Twingo es un coche nuevo que estrena motores más potentes, incluido un turbodiésel, y permite salir a carretera con más garantías que el anterior, aunque ha perdido su frescura. Tiene una posición de conducción correcta en espacio y visibilidad, pero con un asiento demasiado simple y poco ergonómico que no sujeta bien. En cambio, la instrumentación incluye un cuentarrevoluciones frente al volante (opcional en los acabados Access y Authentique) y un velocímetro muy práctico en el centro del salpicadero que se ve bien y ayuda a controlar la velocidad, un detalle cada vez más importante también en ciudad. Turbodiésel pequeño y eficiente El motor turbodiésel del Twingo es la versión inferior del 1.5 dCi, rinde 65 CV y ofrece un funcionamiento impecable en este coche. Va acoplado a un cambio manual de cinco marchas bien resuelto, porque tiene la palanca muy bien posicionada, un accionamiento rápido y preciso, y unas relaciones escalonadas que ayudan a sacarle el máximo partido. El conjunto ofrece unas prestaciones satisfactorias en ciudad y en carretera. Responde casi desde el ralentí, tiene fuerza a partir de 1.900 vueltas y se estira con alegría hasta las 4.500. Así, se desenvuelve con brío en el tráfico urbano utilizando las marchas cortas, llanea en carretera con cierto desahogo una vez lanzado, y sólo exige reducir a cuarta en subidas prolongadas. Pero la mejor virtud de esta mecánica es sin duda su consumo y emisiones. Apenas gasta cinco litros en conducción tranquila y sólo llega a seis en ciudad y cuando se apuran las marchas. Además, como emite menos de 120 g./km de C02 (113 g/km), a partir de enero no pagará el impuesto de matriculación (un 7% ahora). Buen tacto y suspensión blanda El comportamiento del Twingo presenta luces y sombras. Por una parte, tiene unos mandos de tacto fino y agradable que contrastan con los de otros coches urbanos y aportan una conducción más suave y placentera. Cuenta también con una dirección precisa, que transmite aplomo en trazados rápidos y da seguridad en carretera. Y ofrece un funcionamiento sólido, porque absorbe los baches con consistencia y tiene unos frenos y un ABS que paran bien sin desequilibrios. El resultado es una estabilidad correcta en todos los trazados, aunque invita a mantener una conducción tranquila. La causa está en las suspensiones, porque tiene unos reglajes blandos que priman el confort antes que la eficacia, y balancea más de la cuenta en las curvas. Además, a pesar de su peso liviano, no resulta especialmente ágil en curvas enlazadas. Y hasta noviembre no podrá incluir el control de estabilidad ESP, que será opcional. En cambio, es muy fácil de conducir, sobre todo en ciudad: exige el mínimo esfuerzo y se aparca en cualquier hueco.
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