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  • La conocida como Vila de Gràcia fue anexionada a Barcelona en 1897, casi cincuenta años después del derribo de las murallas de la ciudad y el inicio del Plan Cerdà. Gràcia fue engullido junto a Horta, Les Corts o Sarriá, pero ninguna de esas antiguas poblaciones cercanas al gran monstruo barcelonés que crecía imparable ha mantenido su idiosincrasia de manera tan potente y diferenciada como Gràcia. El barrio, a pesar de haber sufrido infinidad de cambios y de haber entrado a marchas forzadas en la modernidad con una proliferación descomunal de locales de moda y tiendas de artículos de ninguna necesidad, sigue manteniendo unos trazos de identidad que lo convierten en una experiencia única dentro de la homogeneización que acecha a la capital catalana. Ya sea gracias a su peculiar estructura urbanística, con sus calles estrechas que cambian de dirección y nombre cada par de esquinas, o por sus estrictas normas de construcción, que evitan el levantamiento de edificios de peligrosa altura, lo cierto es que Gràcia, aunque un poco menos, sigue siendo un estado mental. Y en pocos lugares del barrio se observa la naturaleza de la antigua Vila como en sus plazas, otro trazo urbanístico característico de este barrio de poco menos de 4,1 kilómetros cuadrados en el que viven más de 120.000 personas y que posee, al menos, quince plazas, cada una con su estilo propio. De la historia literaria de la plaza del Diamant de Mercè Rodoreda a lo fundacional del edificio de los Lluïsos de Gràcia en la plaza del Nord. O la plaza del Raspall y esos gitanos que sacaron las sillas a la plaza e inventaron la rumba catalana, o la recientemente bautizada plaza de John Lennon. Sólo en Gràcia podría haber un espacio con este nombre. PLAZA DEL SOL Convertida en plaza dura en plena fiebre del hormigón allá por 1986, la plaza del Sol es la más joven y ruidosa del barrio. Al este, una marquesina cuyos postes sirven de porterías para improvisados partidos de fútbol. Al oeste, el Astrolabi, la escultura que representa un reloj de sol con los 12 signos del zodiaco. Pero más que por su juego de pelota o astrología, la plaza es popular por albergar instituciones noctámbulas del calibre del Café del Sol (en el número 16; teléfono 934 15 56 63), con ese aire de bohemia decadente e irresistible; el Mond Bar (número 21), templo del pop, pionero en muchas cosas buenas e indies, o el Sol Soler (también en el número 21; 932 17 44 40), con sus grandes cristaleras y sus deliciosas quiches. Mirasol (número 3; 932 38 01 13) y Dorado (casi 20 años en el número 4 de la plaza) son los peajes latinos y masivos de una noche que, por idiosincrasia, se estructura alrededor de lugares de kebabs como Equinox (en el 14; 932 37 32 70) o cafés de diseño delicado como Sol de Nit (en el número 10). RIUS I TAULET Es el centro administrativo del barrio. Más conocida como la plaza del reloj por el campanario obra del arquitecto Antoni Rovira i Trias, que se encuentra en el centro de la misma, Rius i Taulet combina la esencia más tradicional de este enclave en forma de clásicos de tapa y partido del Barça como el Nou Candanchú (en el número 9), un paraíso de las tapas, con nuevos restaurantes de vocación contemporánea y bio, como el Amelie (en el 11; 935 13 37 46) o el café Vreneli (en el 8; 932 17 61 01), un local multicultural en el que de manera casi mágica convive lo ibérico con lo suizo y lo mexicano. En el plano más comercial destacan la tienda de bisutería Locura Cotidiana (número 12) y la de moda y piezas únicas Romeo and Juliet (en el 5). El ambiente es distendido y algo más maduro que en la plaza del Sol. La orientación, también algo más diurna que la de su vecina del norte. VIRREINA Plaza bohemia por antonomasia, la Virreina nació en 1878 y en ella se encuentra la parroquia de Sant Joan -remodelada por Francesc Berenguer tras quedar maltrecha durante la Semana Trágica- y una placa que conmemora la vida del gimnasta Joaquim Blume, vecino del barrio. La Virreina es, probablemente, la más bella de las plazas de Gràcia y la que más sensación da de estar en un pueblo. Una mesa en la terraza del mítico Virreina Bar (número 1 de la plaza) cotiza alto. Ambiente entre intelectual y de barrio para este acogedor local. Bateau Lune (en el número 7; 932 18 69 07) es, probablemente, la mejor tienda de juguetes no tóxicos de la ciudad. REVOLUCIÓ Aparentemente, esta plaza no tiene nada del otro mundo. Es poco atractiva, posee pocas terrazas y perviven negocios sin gancho turístico, pero la plaza consagrada a la Revolución de 1868 alberga perlas como el bar Canigó (en el 10), abierto en 1922, una de las más puras y sinceras formas de tomar algo que aún se pueden encontrar en la ciudad. Canigó -bar de vermú, de charla y escenario literario- reúne la esencia del barrio gracias a una decoración vintage y una parroquia ecléctica y ese aire a viejo casino de pueblo. En la plaza, también, un interesante estudio de tatuajes y un refugio antiaéreo, descubierto en 1995 durante la última remodelación de esta superficie antiguamente de tierra. Al refugio se puede acceder desde la cuarta planta del parking.
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  • Vida de barrio en Gràcia, un pueblo en el corazón de Barcelona
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  • Plazas que respiran autenticidad
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