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  • Las primeras nevadas esta temporada no se han hecho esperar, lo que ha aprovechado Andorra para ser uno de los primeros destinos en abrir sus estaciones a los esquiadores. En el sector norte de Vallnord, el complejo Ordino-Arcalís despierta de un letargo de años con nuevas pistas e instalaciones infantiles, que se suman a una oferta de alojamiento todavía incipiente cuya mejor expresión es el hotel Bringué, en las alturas de El Serrat. Un lugar ideal para quienes viajen en familia. A un lado de la carretera que asciende a la estación invernal, su fachada en granito y pizarra disimula como puede, desde el acristalamiento del porche de entrada, el remedo de tradición pirenaica en que incurren las construcciones destinadas a uso turístico. Y aquello que empieza a ser en Andorra otra tradición inmobiliaria: espacios neutros y estereotipados para un turismo de corte industrial. Dicho esto, hay que reconocer el talante de todo el equipo humano en practicar un trato al viajero amable y personalizado, desde el propietario hasta el último empleado. La cena se sirve en mesa y sabe a casera, poco habitual en un régimen de media pensión como éste. Al contrario, el desayuno es un bufé ofrecido con poco arreglo en un comedor desangelado y oscuro, virtualmente prisionero del cauce que dibuja en la zona trasera del edificio el río Valira del Nord. El bar tampoco mejora esa sensación de lugar de tertulias parroquianas, fumadero ajeno al movimiento antitabaco que asuela hoy toda Europa. La piscina climatizada, con hamacas gozosas para solazarse al calor y amplias vistas de las cumbres, es lo mejor del hotel. Piezas dobles De una cierta cursilería adolece la decoración de sus estancias, escalonadas entre las plantas -4 y +2. Butacones regios, mesitas y cabeceros provenzales, lámparas dobles frufrú, cortinones foscos y un sofá contemporáneo trastabillado junto a las camas. Algunas son generosas en tamaño, y muchas de ellas, estructuradas en piezas dobles para mayor comodidad de las familias con niños, que comparten un espacio independiente sin tabique entre ellos. No les falta de nada: ni la tele, ni un minibar. Gracias al cansancio de la jornada en pistas, aquí hay poca fiesta tras la cena. La carretera, que no lleva a ninguna otra parte que a la propia estación, se queda sin tráfico de noche. Reina únicamente el silencio de la montaña.
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  • HOTEL BRINGUÉ, tranquilo turismo de esquí en la estación andorrana de Vallnord
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  • Nieve desde la piscina climatizada
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