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La cantante Shaila Dúrcal, que acaba de presentar la edición especial de su segundo disco, Recordando, nos relata un viaje improvisado a Amsterdam.
¿Cuánto de improvisado?
Tiré con dos amigos al aeropuerto y compramos el primer billete. Teníamos ganas de ir al Rijksmuseum, porque ese año se celebraba el cuarto centenario de Rembrandt.
¿Encontraron alojamiento?
Sí, aunque uno que quedaba lejísimos del centro.
Qué lastima.
No, fue muy auténtico. El hotel era una casa antigua preciosa, y el dueño, bueno... nos quedamos de piedra: nos recibió fumándose un canuto de un tamaño descomunal en la recepción. Además, luego compartimos una cama de matrimonio los tres porque no quedaban habitaciones.
Después de eso, uno aguanta lo que le echen.
Sí, todo menos el frío que nos tocó en pleno junio. Y los holandeses, en bermudas en medio de la plaza de los Museos. ¡Con el viento que sopla por ahí!
Entonces no tocó marcha...
Por supuesto que sí. Y lo hicimos como nos dijeron: bajamos del tranvía en Leidzeplein, donde se concentra todo. Ahí está el famoso Bulldog y muchos bares animadísimos.
¿Y el mercado de las flores?No nos dio tiempo a ir, pero me habría encantado. Pensé en traer semillas de tulipán, pero me dio miedo de que en la aduana las confundieran con otra cosa.
ANDRÉS S. BRAUN
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