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  • Desde la inauguración de Ramses (Life & Food) en Madrid, el pasado mes de diciembre, sus propietarios han pulverizado todos los récords de asistencia. Donde antes se hallaba una galería de arte, ahora triunfa un local de estética deslumbrante que el excéntrico diseñador francés Philippe Starck ha vestido de gala. Con la versatilidad creativa que le caracteriza, ha dejado en evidencia su propensión a lo barroco, y su peculiar habilidad para superponer toques kitsch a detalles vanguardistas. Espacio espectacular, con mesas y barras retroiluminadas, a cuya ambientación contribuye el arquitecto y diseñador Luis Úrculo (www.luisurculo.com), de 29 años, que además de ilustrar algunos techos y paredes, ha diseñado la carta y ha creado la identidad gráfica del local en torno a un personaje imaginario llamado Ramses (un aristócrata supuestamente nacido en Trieste en 1905). No es extraño que los colectivos más fashion se sientan atraídos por un lugar semejante, ideal para dejarse ver o tomar una copa. Igual que sucede en otras ciudades occidentales, incluidas Nueva York, París o Londres, se trata de negocios que suscitan una pregunta inevitable: ¿están reñidas estas inversiones millonarias con la calidad culinaria de sus respectivos restaurantes? No forzosamente. Sin embargo, la realidad demuestra que bajo determinadas circunstancias resulta difícil que destaquen en el apartado gastronómico. Para juzgar la comida de Ramses hay que recorrer diversas estancias. A la entrada, su concurrida barra de cócteles franquea el acceso al restaurante El Petit, el lugar más informal de la casa. Rincón entre fascinante y divertido, con un servicio serio pero demasiado acelerado, sillas aparatosas y grandes candelabros, al que perjudica el alborozo de la barra y el volumen de la música ambiental, que obliga a conversar gritando. Y para comer, recetas predecibles junto a otras surgidas de la imaginación de sus cocinas que agradan o desilusionan, según los casos. Son aceptables sus croquetas de berenjena, y tienen un pase los mejillones al curry y los huevos al plato con setas. Tampoco estarían mal la hamburguesa de gallina en pepitoria y el carpaccio de solomillo, de no ser por la arrasadora presencia del ajo. Peor impresión causan las costillas de cerdo, que, sencillamente, no son de recibo.
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  • RAMSES, tres espacios en uno con el sello del diseñador francés y un proyecto gráfico de Luis Úrculo
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  • Philippe Starck, en la Puerta de Alcalá
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