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  • Tienen género las ciudades? Si fuera así, y atendiendo a dos singulares oficinas turísticas recientemente proyectadas en Madrid y Londres, la primera ha elegido la sutilidad de los detalles, y la segunda, el impacto inmediato. ¿Por qué? Al entrar en el nuevo centro turístico diseñado por el arquitecto portugués Álvaro Siza en el antiguo paso subterráneo de la plaza de Colón, se tiene la sensación de que Madrid esconde emociones nuevas que no revela si no percibe en el visitante una sensibilidad e interés genuinos por los detalles. Siza, en colaboración con los españoles Juan Miguel Hernández de León y Carlos Riaño, ha transformado el oscuro pasadizo que atravesaba la Castellana, donde antes dormían indigentes refugiados en pequeños habitáculos de cartón para protegerse del frío, en un espacio cálido y luminoso gracias al uso extensivo de la madera, el ladrillo y, sobre todo, un delicado implúvium por el que se filtra la luz natural, y que ilumina una lámina de agua y un patio. La madera, además, contrarresta la aparente frialdad de un espacio tan alargado, de unos mil metros cuadrados de superficie, donde el visitante encontrará zonas de exposición y de proyección de imágenes de Madrid, una librería y puestos de Internet con potentes ordenadores iMac, entre otras cosas. Se trata del primer trabajo en la capital española del gran arquitecto portugués, premio Pritzker de arquitectura. Un preámbulo de lo que será su ambiciosa y polémica reforma urbana en el eje Prado-Recoletos. Frente a esta propuesta delicada propia del trabajo de Siza, la oficina turística que propone en Londres, frente a la catedral de San Pablo, el estudio de arquitectura Make es una puerta abierta a emociones fuertes, golpes de efecto y cierto exhibicionismo. ¿Acaso no es eso lo que uno nunca se cansa de descubrir en esta ciudad? El de Make es un volumen de sólo 140 metros cuadrados que contrasta al primer vistazo con la pesadez de la piedra de la catedral. Alas con picos El encargo del Ayuntamiento de la ciudad pretendía sustituir un quiosco circular de la década de los cincuenta. Esta nueva propuesta presenta dos alas con picos que se alzan unos cinco metros de altura. Su estructura de acero ligero está recubierta con contrachapado de madera revestido a su vez con una delgada capa de acero inoxidable que, a priori, la hace parecer algo agresiva, pero con la que los arquitectos tratan de aportar ligereza y personalidad. Los grandes ventanales de suelo a techo invitan a explorar el interior, a entrar sin rubor, y dejan pasar abundante luz natural. En el interior, varias pantallas de plasma transportan al visitante por un paseo virtual por la ciudad. Dos formas de entender la arquitectura, de ver la ciudad y de mostrársela al viajero que llega.
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  • Álvaro Siza y el estudio Make, dos modelos de intervención en Madrid y Londres
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  • Arquitectos en la oficina de turismo
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