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  • Tras la ambiciosa recuperación del histórico monasterio de Santo Estevo, cerca de Ourense, la reapertura del parador de El Saler, en Valencia, asienta el compromiso de la red estatal con la arquitectura de vanguardia. El edificio anterior fue derruido y, en su lugar, frente a las dunas que delimitan la fachada marítima del parque natural de La Albufera, emerge hoy un paralelepípedo apaisado de hormigón, madera y cristal mucho mejor integrado en el entorno del campo de golf. Su ortodoxia minimalista relaja más que sorprende al haberse reducido la volumetría y panelado la caja con una trama de lamas de madera orientables cuya estética moderna no oculta su utilidad como parapeto frente a la salinidad del mar. El resultado convence por su eficiencia, luminosidad, amplitud y viso juguetón en la distribución de los espacios interiores. Así, el arquitecto valenciano José María Canosa ha proyectado como pieza esencial del edificio un vestíbulo diáfano, minimal, abierto al exterior de frente y por detrás, rematado por una supuesta zona de estar estrictamente conceptual, decorada únicamente por un lienzo de Hernández Pijuán sobre las escaleras que conducen a los salones de reuniones y banquetes, con capacidad para 400 personas. En una isla aparece una recreación tapizada de los célebres sillones Huevo, de Arne Jacobsen. El diseño, obra del interiorista Andrés Alfaro, pretende solventar ese horror vacui con una llamada al paisaje de mar, golf y cielo mediterráneo. Como el que introduce a toda planta el restaurante L'Embarcador, dominado por una vidriera de 15 metros con vistas al pinar y las dunas. Pero quizá lo más singular sea la escalera de acero que comunica las cuatro plantas de habitaciones (una bajo tierra), suspendida en el aire. Es una pena que se hayan marmolizado los peldaños. A partir de este mes de enero, El Saler se convertirá en el tercer parador con cinco estrellas de la red, junto con el hostal Dos Reis Católicos, en Santiago, y el hostal de San Marcos, en León. Semejante atributo bien merecerá unos dormitorios inmaculados, con vistas al mar y tecnología a la última, sostenibles en eficiencia energética. Como los que ya ofrecen las dos suites emplazadas en el cubo frontal, Llebeig y Xaloc, con sendas bañeras de hidromasaje y patio privado en la entrada desde el corredor, iluminado mediante una amplia claraboya. Aviso para navegantes: las prisas por su reapertura dejan todavía a la vista las obras de acondicionamiento exterior y empantanado el campo de fútbol donde se entrena habitualmente el Valencia.
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  • PARADOR DE EL SALER, un edificio de nueva planta en la costa valenciana
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  • Geometría frente a las dunas
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