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El actor madrileño, que ayer estrenó la película Déjate caer, hizo con dos amigos su primer viaje a París la primavera pasada.
Tendría ganas.
Y tanto. Nos dedicamos a hacer turismo a lo bestia. Caminamos por los Campos Elíseos, visitamos el Louvre, fuimos a Versalles... Hasta cenamos a bordo de un bateau mouche sobre el Sena.
Alguna noche saldrían, ¿no?
Fuimos a un local de jazz de Montmartre. No recuerdo el nombre, pero todas las noches toca un pianista árabe mayor, buenísimo, y las paredes y el techo del sitio están llenos de frases escritas por los clientes.
Poca cosa entonces.
Confieso que después de ver el Moulin Rouge tuvimos la idea poco acertada de ponernos a deambular de noche por las peores calles del barrio de Pigalle. Había muchísimos macarras, pero los espantamos.
¿Y cómo se espanta a un macarra parisiense?
Usamos dos métodos. Uno fue discutir en español en voz alta, lo cual les asustó mucho. El otro era decir alguna palabreja en francés cuando alguien se acercaba. Son cosas que aprendí en mi barrio, Lavapiés.
¿Nada de Torre Eiffel?
Subimos, pero es que tengo vértigo y lo pasé realmente mal en el ascensor.
Seguro que se acordó de la película de Superman II...
... ¡cuando se cae el ascensor con la chica! ¡Es justo lo que pensé! Me da la sensación de que no soy el primero que se acuerda de la escena estando ahí.
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