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  • Bilbao sigue cambiando, reinventándose, transformándose. Si uno visita con cierta frecuencia la capital vizcaína, lo normal es que pregunte si hay algo nuevo para ver. Pues bien, en la última visita, la respuesta mayoritaria, sobre todo entre los jóvenes, fue: "Date una vuelta por Bilbao la Vieja". El consejo sorprende porque Bilbao la Vieja era la zona más degradada de la ciudad, en la que se unían droga, delincuencia, prostitución, inmigración ilegal, edificios en estado ruinoso. Era el barrio canalla. Había gente que no se atrevía a entrar, y las grandes juergas pasaban a categoría de míticas si acababan en La Palanca -como era conocido el barrio chino, que tomaba el nombre del local de alterne Palanca 34-. ¿Qué ha ocurrido entonces en estos últimos años? Primero, un eficaz plan de rehabilitación urbanística que engloba los tres barrios que conforman lo que se llama Bilbao la Vieja (Bilbao la Vieja, San Francisco y Zabala) que se inició en el año 2005, que se dará por finalizado en el 2009 y que mereció el pasado mes de diciembre un prestigioso premio de la Comisión Europea como proyecto empresarial más creativo e innovador, con un resultado de unos 30 locales rehabilitados, donde se han instalado empresas dedicadas al arte, nuevas tecnologías y diversas actividades culturales. Y segundo, el capital humano, porque esas empresas y actividades culturales están en su mayoría regentadas por gente joven que al amparo de las ayudas institucionales han apostado por esta zona para abrir sus negocios. Un cambio que equiparan al del Raval barcelonés. Pero en Bilbao la Vieja se respira todavía mucho del pasado, de su pasado obrero, industrial, minero y popular. La mezcla es lo que le da carácter. Mezcla entre lo nuevo y lo viejo, lo moderno y decadente, lo marginal y lo tradicional, entre la gente del barrio de toda la vida, los jóvenes y los inmigrantes que tienen una presencia importante, que se deja notar en sus comercios de alimentación y en sus restaurantes, como el estupendo Berebar (San Francisco, 65). Pero también te topas con ese pasado de bares cutres de barra alta donde dormitan los clientes de siempre y un ajado calendario del Athletic de hace años; con tiendas auténticas y surtidas, como la Licorería Hernani (Hernani, 8), abierta desde 1943, o Confiarte, también en la calle de Hernani, que según los lugareños hace los mejores cruasanes de la zona. Y por la noche todavía queda mucho de "ese barrio del escándalo", como lo denominó Blas de Otero. Para llegar a Bilbao la Vieja lo mejor es acceder desde la otra orilla de la ría, desde el casco viejo, atravesando alguno de los puentes que la cruzan: el de la Merced, el de la Ribera o el de San Antón. Desde allí se puede contemplar una estampa muy bilbaína: los muelles de Marzana y la Merced con sus edificios cayendo sobre la ría y en los que encontramos referencias al Bilbao industrial, como la antigua fábrica de harinas Las Ceres, en el muelle de la Merced, primera obra construida en hormigón armado sistema Hennebique. Foco cultural Si se cruza por el puente de la Merced, se llega a uno de los primeros elementos revitalizadores de la zona. Es la iglesia de La Merced, reconvertida desde 1997 en BilboRock (Muelle de la Merced, 1), un espacio polivalente dedicado a conciertos y otras artes escénicas, que cuenta con locales de ensayo y una intensa agenda cultural en la que destaca el concurso de pop-rock Villa de Bilbao. La música está muy presente en el barrio gracias a la asociación cultural Rmo, que promueve el festival de vanguardia MEM -un clásico ya en la zona en el que están implicados muchos artistas del barrio-, y a las iniciativas culturales, talleres de percusión africana, de danza, instaladas en un viejo edifico de talleres industriales en la calle Cortes 29-31, donde algunos artistas tienen su taller. Y es que Bilbao la Vieja se ha convertido en refugio de muchos creadores atraídos por los precios asequibles de lonjas industriales y por la presencia de BilboArte (Urrazurrutia, 32; www. bilboarte.org), un centro de producción artística que cada año acoge y beca a 22 artistas y que permite a los del barrio utilizar sus instalaciones y talleres. Para completar el panorama artístico, una visita al Museo de Reproducciones de Bilbao (San Francisco, 14; wwwmuseoreproducionesbilbao.org), instalado en la rehabilitada iglesia del Corazón de María, y a algunas galerías como la galería Espacio Abisal (Hernani, 14) y la galería Marzana (Muelle Marzana, 5). El comercio es otro de los motores revitalizadores de la zona. Las tiendas más in se encuentran entre las calles de Hernani, Lamana y Dos de Mayo, y la mayoría de los establecimientos los regenta gente joven, que aporta iniciativas al barrio, como la de organizar un rastro en la calle del Dos de Mayo cada primer sábado de mes. A la vuelta de la esquina, las diseñadoras Iratxe Ostolozaga y Olatz Eskiroz muestran su filosofía en su tienda-taller Traka Barraka (Dos de Mayo, 3), una marca dirigida a la mujer con diseños muy coloristas inspirados en épocas diferentes. Las nuevas tendencias en moda y complementos de los más jóvenes diseñadores vascos las encontramos en Ah! (Muelle Marzana, 7; www.ahmoda.com). Y para vestir el intelecto, dos librerías, Anti- (Dos de Mayo, 2; www.anti-web.com), especializada en cultura contemporánea y pensamiento, y Litterae Mundi (Dos de Mayo, 16; www.litteraemundi.com), dedicada a la interculturalidad y que ofrece talleres sobre el tema. Por su parte, Garabat (Dos de Mayo, 19; www. garabat.com) es una divertida tienda-galería dedicada exclusivamente al mundo de la ilustración. No falta un establecimiento con mobiliario vintage de los cincuenta, sesenta y setenta (Tokiostory. Dos de Mayo, 12), y un estudio creativo de decoración y diseño (Taller del Soho. Dos de Mayo, 4). Pero no podemos irnos del barrio sin probar bocado. Bilbao la Vieja cuenta con una variada oferta, que comienza con El Perro Chico (Aretxaga, 2; 944 15 05 19), uno de los pioneros con 113 años a sus espaldas; un clásico en la vida nocturna al que acuden artistas, políticos locales, actores y profesionales liberales. Cocina creativa y moderna, pero sin perder la esencia, es la del restaurante Innova (Dos de Mayo, 1; 944 79 32 41), y cocina vasco-francesa en el coqueto bistró À Table (Dos de Mayo, 18; 944 15 47 66). Un poco más escondido, frente al mercado de la Ribera y al borde de la ría, está el restaurante Mina (Muelle de Marzana, s/n; 944 79 59 38). En Bilbao la Vieja se cruza el pasado y el presente, lo más chic y lo más duro, una mezcla atractiva de un barrio al que algunos ya denominan el Soho de Bilbao.
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  • El barrio canalla de la capital vizcaína se transforma
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  • El Soho de Bilbao
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