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  • Esquivias, la villa toledana donde Cervantes se casó con Catalina de Salazar, e Illescas, a dos pasos de Esquivias, pueden ser un buen preámbulo para visitar El Toboso, acompañado por la Ruta de Don Quijote editada por El País-Aguilar y el libro Las rutas del Quijote, de Antonio Aradillas, que es una mina de información. El Toboso es un pueblo mítico que, según cuenta el escritor escocés Walter Scott (1771- 1832), fue indultado por Napoleón de ser demolido en la Guerra de la Independencia por ser la patria de Dulcinea. Cuando pensamos en los estragos que, por ejemplo, la Guerra de la Independencia causó en Soria, una ciudad arquitectónicamente masacrada, alegra saber que El Toboso, un pueblo de 2.000 habitantes, se conserve tan bien. La blancura de las casas encaladas se queda en la memoria del visitante. Es un pueblo por el que es muy grato pasear. Y damos una vuelta ateniéndonos a la declaración de sus edificios como monumentos históricos. Son tres: el convento de las Trinitarias Recoletas, la casa de Dulcinea y el convento de las Franciscanas. El convento de las Trinitarias, de estilo herreriano, es del siglo XVII. La iglesia es barroca y tiene un bello claustro de dos pisos. La casa-museo de Dulcinea se asienta en el lugar donde vivió, en el siglo XVI, doña Ana María Zarco de Morales. La casa-museo se reconstruyó en los años sesenta del siglo pasado. Esta restauración pretende recrear el caserón manchego del siglo XVI erigido en este solar. Está amueblada con muebles de la época y es inolvidable, sobre todo por un palomar que cobija palomas de carne, hueso y plumas. También es notable el convento de las Franciscanas. La iglesia gótica de San Antonio Abad, edificada en el siglo XVI, perteneció a la orden de Santiago. Museo cervantino Pero quienes aman a Cervantes son, sobre todo, abducidos por el Centro Cervantino, que alberga un extraordinario museo de Quijotes. Entre otras cosas, expone ejemplares de la novela firmados por presidentes de Gobierno y jefes de Estado; por ejemplo, un Quijote firmado por Franco. También a Hitler le pidieron un Quijote firmado, pero Hitler, para hacer publicidad de la raza aria, se negó a enviar el Quijote y envió firmado... ¡El anillo de los Nibelungos! La Casa de la Torre es una espléndida hospedería. Es una casa manchega tradicional con magníficos recuerdos cervantinos. La regenta de la casa, Isabel Fernández Morales, ha embarcado a escribir el Quijote de su puño y letra a turcos, rusos, coreanos, griegos, tailandeses y ciudadanos de muchos otros países. Esta ama -así se califica ella por su labor en la hospedería abierta al público- habla de Cervantes con la pasión con la que santa Teresa podría haber hablado de George Clooney. Éstas son las emociones externas de un viaje por la ruta cervantina que acabó en Campo de Criptana, tan célebre por sus molinos de viento. Uno de estos molinos alberga el Museo Sara Montiel, hija ilustre del pueblo. Pero las emociones más íntimas del viaje las depara la lectura de algunas páginas del Quijote. Y con el recuerdo de Dulcinea, el amor inmortal de Don Quijote, en la plaza dedicada al ilustre charlista Federico García Sanchís se cruzan por la mente del viajero estos maravillosos versos platónicos de Antonio Machado: Todo amor es fantasía. / ... no prueba nada / contra el amor que la amada / no haya existido jamás.
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  • Paseo por El Toboso, el mítico pueblo de la ruta del 'Quijote'
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  • El palomar de Dulcinea
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