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  • De casta les viene... Cuando parecía que tocaba jubileo y mundo por montera después de sus éxitos profesionales en la puesta en marcha de los hoteles Aultre Naray, en Asturias, y Acis y Galatea, en Madrid, los ubicuos Fernando Mateos y Pilar Calleja regresan a la vida activa con la intención de reflotar el malogrado hotel Valdeoma, en la aldea de Carabias. El paisaje alcarreño, en esa inabarcable planicie que se extiende desde Sigüenza hasta Atienza, constituye un poderoso imán tanto para romances en fin de semana como para enclaustramientos empresariales a una hora escasa de Madrid. Nada mejor que el vacío de un pueblo diminuto para garantizar el silencio. Un personaje clave en este nuevo proyecto es Tao, el encargado supremo de la hospitalidad, la elegancia vestida de persona. Como en Lao Tse, el camino, el curso principal, la llave de toda mudanza. Aterrizado desde el continente africano, Tao -Taoufik Bahrane- recibe al viajero, lo acomoda, lo instruye, le glosa las excelencias de su casa y luego lo agasaja hasta bien entrada la madrugada. A dos aguas, el tejado desmantela por su cara sur una fachada desfragmentada en paños de cristal y acero oxidado. Apenas queda espacio para una placita, un porche con vistas y una ruina a punto de rehabilitación. El interior ha ganado mucho en calidez, sedosidad, ambiente musical y, sobre todo, en ese tono culto que saben transmitir los dueños a sus emprendimientos hoteleros. No en vano están adscritos al club de calidad Rusticae, del cual son sus padres putativos. Salta a la vista el modernismo vintage de las tapicerías, las lámparas, las alfombras de nudos y los festones aterciopelados que arman el cuadro ornamental inspirado por Mapi Esteban, autora del Neri H&R de Barcelona y del Acis y Galatea. Otro decorador de talento, Xavier Meredith, firma las suites Bergamota -estilo sushi déco-, Roiboos y Cardamomo -vintage fusión- con el glamour que otorgan las telas de raso o Magali, los cojines a voluntad y los muebles de diseño reconocible, como la lámpara Arco, diseño de Achille Castiglione. Una bañera de gresite con chorros de hidromasaje queda incorporada muy decentemente en la intimidad de las alcobas. Terracita con piscina Algo más clásico y refinado, el salón de estar ocupa una parte del piso inferior comunicada con las nuevas habitaciones en proyecto y una terracita con piscina. De noche es un ritual obligado, o casi, tomarse una copa frente a la estatuaria y la chimenea siempre encendida. Justo encima se encuentra el comedor, también atendido por Tao, cuyas maneras acrecientan las expectativas de un desayuno con vistas a las salinas de la Olmeda y a los sembrados próximos a Sigüenza. Lástima que el buqué desplegado sobre la mesa sea tan menesteroso como predecible. Ya puestos, un hotel así debería rizar el rizo de su cocina.
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  • CARDAMOMO-SIGÜENZA, un hotel para disfrutar del paisaje alcarreño
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  • Hospitalidad y buen gusto
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