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  • Tarde o temprano, la polifacética e hiperactiva Mey Hofmann tenía que realizar su sueño. Cinco meses después de que desdoblara su escuela de cocina en el corazón de El Borne para trasladar el restaurante a otra zona de Barcelona, el nuevo restaurante Hofmann, ejemplo de diseño y racionalidad estética, sigue registrando llenos cotidianos. ¿Cuál es el secreto de una fórmula que suscita la envidia de no pocos establecimientos similares? Fundamentalmente, una carta corta compuesta por platos tradicionales burgueses entre los que figuran algunas recetas fetiches por las que su artífice siente devoción desde hace años. Propuestas que no asumen riesgos creativos y que, en cierta medida, equivalen a las pruebas de graduación de los alumnos de su escuela. Composiciones barrocas Al margen de otras conjeturas, ¿es posible plantearse un menú a la inversa de tal manera que los postres condicionen las sugerencias saladas? En Hofmann, pequeño paraíso goloso, la respuesta es afirmativa. Hasta tal punto que ciertos clientes sustituyen los almuerzos al uso por surtidos de dulces, o los componen con un entrante y dos postres. Composiciones tentadoras, aunque demasiado edulcoradas y barrocas, que no escapan a una cierta decadencia dentro de su aparente elegancia. Como muestra, el fluido de chocolate Palmira (chocolate con habas de cacao porcelana), con helado de vainilla, campana de caramelo y grosellas. O su pastel de espuma de queso relleno de bombones con frambuesas y sorbete de arándanos, juego de contrastes lácteos y frutales. O la tarta tatin con helado de leche de oveja y nata espumosa, superposición de sensaciones ácidas y golosas. La relación prosigue, entre otras, con una artística versión de la piña colada, y con un tiramisú crujiente al helado de sabayón al cava. Clasicismo que extiende su refinamiento a los platos de cocina. Lo que resulta difícil de entender es la obsesión de la casa por mantener inamovibles determinadas especialidades de espaldas a los productos de temporada. No es lógico que durante los meses fríos se ofrezca su tarta salada de sardinas, periodo en el que este pescado, bastante insípido, resulta anulado por el sabor del orégano y la mantequilla de la masa.
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  • HOFMANN, en Barcelona, clásicas recetas saladas con un gran surtido dulce
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  • Un pequeño oasis goloso
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