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A la periodista barcelonesa, que actualmente copresenta El intermedio en La Sexta, le pasó de todo al irse de vacaciones a Sicilia.
¿Sola o acompañada?
Con amigas. Pero se fueron sin mí porque tenía la documentación caducada. Cogí el avión tres días después.
¿Recuperó el tiempo perdido?
No se crea. Cuando vamos a aterrizar en Catania, donde me esperaban, resulta que nos mandan a Palermo porque el Etna está en plena erupción.
Vaya...
Nos metieron a todos en un autobús para cruzar la isla, y poco antes de llegar, el cacharro se quedó tirado. En ese momento me bajé y les pedí a los pasajeros que posaran delante del autocar.
Un souvenir
morboso.
No, era para que mis amigas me creyeran. Me esperaban con un campari en la mano.
Por fin.
Sí, me animé muchísimo, me bebí unas copas e insistí en que me enseñaran de inmediato algo de la isla.
Y fueron a la playa...
No, nos pusimos a subir el Etna en tacones y camiseta de tirantes. Subimos y subimos, y cuando las rocas volcánicas ya caían al ladito nuestro apareció un hombre vestido en plan holocausto nuclear y nos dijo que no podíamos seguir.
Qué frustración.
Fue más la sorpresa que otra cosa. No podía entender qué hacíamos ahí. Nos dio unas mantas y unas mascarillas y nos mandó cuesta abajo.
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