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  • EME, por ser una iniciativa del grupo inmobiliario Maireles, promotor de pisos y apartamentos de lujo en Sevilla. Fusión, porque destila bajo su piel contemporánea la herencia cultural árabe, judía y cristiana de la capital andaluza. Y porque el servicio al completo lo constituyen trabajadores de 17 nacionalidades distintas, bien parecidos y uniformados con telas vaporosas por la firma El Delgado Buil. ¿Existen mejores reclamos para este hotel boutique inaugurado el pasado mes de marzo, fruto de la anexión de 14 casas de diferentes alturas y morfología proyectada por el arquitecto Juan Pedro Donaire y las interioristas Sandra Tarruella e Isabel López, artífices del hotel Omm, en Barcelona? Pues sí, el EME Fusión está además situado justo enfrente de la Giralda, el lugar más castizo, transitado y turístico de Sevilla. Desde la catedral, su acceso se intuye inquietante, como el de un videojuego, a través de un túnel de colores RGB en constante mutación. Luego viene el recibidor con su ir y venir de gente guapa, siempre dispuesta a agasajar al recién llegado según el manual de atenciones soho a la última en Londres o Nueva York. Al fondo, acotado por cuatro naranjos y un estanque, el patio resume la intención más arquitectónica que decorativa de las interioristas, que han sabido jugar con las texturas en los viejos muros, la ductilidad en los suelos, la veladura de las cortinas de alambres y, sobre todo, en la trama orgánica que recubre, como una segunda piel, los flancos del atrio. Las zonas comunes continúan hacia la calle de Argote de Molina en dos salas de lectura y reuniones, ésta habilitada sobre unas ruinas romanas del siglo I. Dos restaurantes: Japo, comida asiática a 20 euros, y Santo, cocina mediterránea aún falta de definición y de mejores elaboraciones. Milagritos es un bar de tapas con cierto punto canalla. 20 Pasos, un café lounge donde se sirve el brunch dominical. Locales cosmopolitas para ver y ser visto. Arriba, las habitaciones ofrecen el contrapunto minimalista, pero no tanto. Los doseles de madera, los pies de cama y la apertura de las bañeras a la alcoba vuelven sus aristas y su austeridad conceptual. Tanta que, con tantas luminarias, el huésped echa de menos un control centralizado de su iluminación. Aire libre es lo que se respira en la azotea, desde la que casi se toca la catedral (la quinta fachada, en definición de Le Corbursier). El Roof Club, una terraza chill out amueblada en distintos niveles con las conocidas tumbonas baldaquino de Gandía Blasco, a las que se asoman las suites Stages Collection, con acceso independiente desde la calle, bañeras exteriores de hidromasaje y servicio propio las 24 horas.
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  • EME FUSIÓN, un hotel 'boutique' junto a la Giralda
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  • Sevilla cosmopolita
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